Tribuna

Del cero al infinito

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T odo el mundo pone una cifra. Yo también y seguro que no me equivoco. He optado por reducir de forma absoluta una posible equivocación. Acertaré de pleno de forma indubitada. Cualquier cantidad que sea entra entre los extremos predispuestos. También acierta Rajoy cuando dice que «sí quieren saber la situación real, pregúntenme a mí». Acto seguido como buen gallego alude a una evidente situación de prudencia, advirtiendo la necesidad de contar con el resultado de las opiniones del FMI y la de los dos evaluadores externos. Como no se dispone de la información, no hay respuesta posible.

Sin embargo disponemos de una información preliminar emitida dos meses atrás por el FMI, que además es coincidente con la manifestada en Brasilia, bermudas rojas, polo rojo y supongo calzones de ese color, por D. Emilio, de una cantidad en torno a los 40.000 millones. Significa la cifra, que las entidades de crédito españolas deben asumir pérdidas y deterioros en sus balances por importe de 90.000 millones. El 70% del sector financiero ha sido calificado de sano y asumiría cubrir con recursos propios (resultados positivos, reservas y ampliaciones de capital), unos 50.000 millones. El 30% restante, formado por entidades débiles, en estado calamitoso, es el que necesita la inyección de 40.000 millones, para permitirles acreditar niveles de solvencia elevados en un escenario económico adverso. Cuando escribo el artículo, ha sido hecho público la estimación por el FMI de la cantidad definitiva, cifrada en 37.000 millones.

El Estado español no puede asumir per sé esa cantidad en la coyuntura actual. A pesar de que la misma comportaría una cantidad equivalente al 4% del PIB. Por poner un ejemplo y contrastar la cifra, el rescate bancario irlandés supuso una cantidad equivalente al 30% de su PIB. No sólo en este caso, sino también en el de Portugal, la intervención económica de ambos países, ha dejado en manos de una troika (integrada por la UE, el FMI y el BCE) la supervisión de las medidas financieras de los mismos. Son los llamados por Montoro 'hombres de negro'.

Mientras escribo, escucho las noticias de las ocho de la tarde y oigo al Sr de Guindos. España va a solicitar el rescate de su banca por un importe de hasta 100.000 millones. Es lo que se conoce como un rescate a o salvamento parcial de España. Evitar el rescate de entidades individualmente consideradas, podría traducirse en una fuente adicional de inestabilidad para el resto del sector financiero español. Además, esta especial intervención debe facilitar alcanzar una solución duradera en el tiempo. La cantidad definitiva se fijará al final de mes, cuando se contrasten la cantidad dispuesta por el FMI, ya conocida y las de los auditores privados internacionales.

Se barajaban cinco posibilidades o escenarios distintos. 1º. Inyectar capital en los bancos que lo necesiten por el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE); 2º. Préstamo a España para recapitalizar a la banca, en cuyo caso el MEDE le presta dinero a España, para que este recapitalice a sus bancos; 3º. Unión fiscal europea, que traducido significa más Europa, es un tema solo posible a largo plazo, que comportaría la cesión de soberanía en materia económica, con transferencias fiscales y mutualización de la deuda. El escenario a corto plazo, debiera suponer mayor intervención e implicación del BCE; 4º. Rescate 'light', sí el llamado rescate bancario no fuera suficiente y se resiente de forma generalizada la economía española y 5º. Como situación más extrema, el llamado rescate «a la griega», innecesario a todas luces para España, porque no lo necesita y porque de necesitarlo no habría dinero suficiente para su dotación.

La opción escogida por el Gobierno español y única posible dentro de los condicionantes jurídicos de la UE a día de hoy, una vez admitido que Alemania no daba su brazo a torcer permitiendo la capitalización por el MEDE de los bancos que lo necesiten de forma directa, es la siguiente. El Gobierno español solicita fondos por una cantidad aún por determinar y que podrá ascender hasta 100.000 millones al MEDE, para recapitalizar los bancos problemáticos y que representan el 30% del sector. Los fondos del MEDE dotan de recursos al Fondo de Restructuración Ordenada Bancaria (FROB), para que este sanee a los bancos necesitados de ayuda. El Tesoro Público español, actuaría como cuenta de transferencia y garante político de la operación. Sí nos fijamos, la opción escogida y posible, impide que los bancos acudan directamente al fondo MEDE, por eso nos encontramos ante un rescate del sector financiero, calificado por el periódico Financial Times «rescate light» para España. Esta opción supondrá un doble coste para el Estado: el pago de los intereses que se estipulen y el establecimiento de una serie de medidas que se les exija a España y que ahondaran en las manidas reformas estructurales.

Teniendo claro que quien pide la activación del MEDE es España, a pesar de la insistencia de nuestro Gobierno para que pudiera haber sido activado por los propios bancos necesitados, nos queda por saber para determinar el tipo de condiciones que deben satisfacerse, llamada «condicionalidad macroeconómica».

La capacidad del país beneficiario para reembolsar los créditos deben quedar garantizados en el marco de una política macroeconómica sana y por la existencia de un sector financiero sostenible". A pesar de la letra del fragmento del documento transcrito denominado «Pautas del MEDE para la recapitalización de instituciones financieras a través de créditos», existen claramente dos opciones interpretativas posibles y contrarias en relación con la frase «Un marco de política macroeconómica sano». Una, que la UE imponga nuevos planes de ajuste y otra, que al tratarse de fondos para el saneamiento del sector financiero, los condicionantes que se imponga por la utilización de los mismos, solo condicionan al propio sistema financiero y no al Estado como tal, a pesar de la incoación de solicitud del rescate por el propio Estado español.

La decisión adoptada era inevitable y perentoria y sí además supone, aunque no necesariamente, que la prima de riesgo comienza a racionalizarse, hemos acertado.