Alexis Tsipras, líder de Syriza, el pasado 16 mayo en Atenas. :: REUTERS
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¿Y si gana 'Sexy Alexi'?

Europa está pendiente del líder de Syriza, posible vencedor de las elecciones griegas

ROMA. Actualizado: Guardar
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Grecia, estrangulada por la crisis, harta de austeridad y de la tutela internacional, está girando a la izquierda, pero en serio. Nada de socialdemocracia, progresismo o centroizquierda. El partido Syriza de Alexis Tsipras, que muchos sondeos dan como ganador de las elecciones cruciales del próximo domingo, es comunista, ecologista, antiglobalización y hostil al capitalismo neoliberal. Sería el equivalente griego de Izquierda Unida. Chirría en el cuadro político en Europa y arruinaría las estrategias económicas de emergencia, pero es que los griegos piden caña al Fondo Monetario Internacional (FMI), a Alemania y a la UE.

Tsipras ha prometido que, si gana, romperá los acuerdos de rigor económico en los que se sostiene la ayuda que recibe Grecia. Quiere renegociarlos, pero desde Bruselas y Berlín le avisan de que no habrá dinero sin respetar lo pactado. La duda en la que se juega el futuro de la UE es quién va de farol. También si Tsipras puede aportar un aire nuevo, a contracorriente, en el debate europeo. La quiebra griega puede arrastrar al euro, pero volviendo al dracma Atenas no será una fiesta. Por otro lado Tsipras no quiere dejar la moneda única. Solo, que les dejen respirar.

Syriza, al contrario de la mayoría de sus formaciones hermanas europeas, ya no es marginal. En los frustrados comicios del 6 de mayo, que ahora se repiten porque no produjeron ningún Gobierno, obtuvo el 16,7% de los votos, un resultado increíble, el triple que en 2009, que le colocó como segundo partido tras el conservador Nueva Democracia (ND), de Antonis Samarás. Los sondeos le auguran ahora un nuevo salto, incluso hasta el 30%, ya como primera fuerza política. ND es el único bastión a favor de mantener los pactos de rigor firmados, junto a su enemigo histórico, el partido socialista Pasok, que se hunde en el tercer puesto y debe constatar que después de cuarenta años ha perdido el timón de la izquierda.

Lo que sea tendrá que pasar rápido, y aunque las urnas arrojen un resultado similar al pasado 6 de mayo, esta vez ya no habrá el comodín de repetir comicios. Grecia no puede estar celebrando elecciones todo el año y los partidos deberán encontrar un acuerdo, pues ninguno podrá gobernar solo. Los sondeos dicen que son mayoría las fuerzas partidarias de renegar de los acuerdos internacionales. Pero es muy posible que el país se encuentre con la agonía de un nuevo bloqueo político. Y el caso es que a Atenas le queda dinero solo para acabar el mes. Con los mercados acosando a España e Italia, el nuevo Gobierno deberá aclarar pronto qué quiere hacer, para que la 'troika' que le raciona las ayudas -FMI, UE y Banco Central Europeo (BCE)- le conceda la siguiente. Según el guion, debería aprobar nuevos recortes por 11.500 millones para 2013 y 2014 si quiere recibir ayudas por 4.000. Pero Syriza, si gana, no lo piensa hacer. Es más, su programa es al revés: nacionalizar los bancos, congelar las privatizaciones, subir los salarios y pensiones, restaurar los convenios colectivos, pedir una moratoria del pago de la deuda. El dinero lo quiere sacar subiendo los impuestos a los ricos y a las rentas altas, reduciendo el gasto en defensa.

El líder de Syriza es el político de moda en Grecia. Alexis Tsipras, de 37 años, ingeniero con un hijo, curtido como líder estudiantil, con 30 años ya entró elegido en el municipio de Atenas y en 2008 era el líder de Synaspismós, formación de extrema izquierda que es el corazón de Syriza. Esta coalición nació en 2004, como evolución de una plataforma de siglas que sirvió de base para organizar la presencia griega en el G-8 de Génova en 2001, donde estallaron por primera vez de forma violenta las protestas antiglobalización. Syriza ha apoyado después a los 'indignados' de Atenas. Entre la rebeldía, la utopía, el populismo y el olfato político, Tsipras nunca se pone corbata, va con chaqueta y camisa blanca, y ya es 'Sexy Alexi'. Porque cualquier candidato con pelo parece un actor de Hollywood al lado de los dinosaurios de toda la vida de la política griega.

Cuba y Venezuela

A la presentación de su programa, el pasado 1 junio, acudieron representantes diplomáticos de Cuba y Venezuela. Los analistas gritan alarmados que se avecina un Hugo Chávez de la Acrópolis. Sus rivales conservadores, desde luego, vaticinan un seguro apocalipsis si gana y plantean el voto como un dilema entre volver al dracma, si se apoya a Syriza, o seguir en el euro, si les votan a ellos. Samarás ha presentado un plan de 18 puntos que incluye moderar los recortes exigidos, reducir los impuestos y aumentar las ayudas sociales. En cuanto a los ingresos, se basará en las privatizaciones.

El principal valor de Tsipras, su juventud, es también su punto débil. Es alguien nuevo, tras casi cuarenta años de bipartidismo, y ofrece esperanza, sobre todo al lado del avinagrado líder de ND, Antonis Samarás, que además representa la vieja política corrupta que ha llevado Grecia al caos. Sin embargo, Tsipras corre el riesgo de parecer demasiado fuera de la realidad, poco creíble, y que cunda la desconfianza en que tenga el temple para una aventura como la que propone. Tampoco ayuda la previsible litigiosidad interna de Syriza, que es una coalición de 13 partidos, incluyendo ecologistas, maoístas, trotskistas y demás familia. Ahora están todos calladitos, pero habrá que verlos si les va bien.

Los sondeos, fiel reflejo de la situación, han enloquecido en las últimas semanas. Cada uno dice una cosa. Además están prohibidos desde el 1 de junio, y como mostraron las elecciones de hace un mes esa recta final es clave. Los 18 sondeos publicados en la última semana hábil indicaban una intención de voto media del 25,1% para ND y del 24,3% a Syriza. Sin embargo, el último, el de Public Issue para el influyente diario 'Kathimerini', dio a Syriza una ventaja de cinco puntos sobre ND.

Los neonazis de Amanecer Dorado, marginados por el resto de partidos, obtuvieron en mayo nada menos que un 7% de los votos y 21 escaños. Se supone que ahora perderán terreno, y más después de la agresión de su portavoz a dos diputadas en un debate televisivo, pero es un fenómeno a seguir de cerca: fue el partido más votado entre los jóvenes que acudían a las urnas por primera vez.