Editorial

Pobreza visible

Cuatro años de crisis evidencian el gran trabajo pendiente para hacer más equitativa la estructura social de España

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La crisis no está siendo incruenta en España, según las estadísticas y los indicadores relativos disponibles. Con un 25,5% de la población en riesgo de pobreza y exclusión social en 2010, con el desempleo como principal factor de riesgo, nuestro país estaría por detrás de Italia y Portugal, y a la cabeza de un grupo de naciones que formaron parte del bloque europeo oriental, incluida Grecia. El concepto de pobreza guarda relación evidentemente en cada país con los estándares propios: no tiene el mismo significado en Europa que en el corazón de África, obviamente. Sin embargo, hay datos que sobrecogen. El más conocido de ellos es el de casi 1,8 millones de familias que tienen a todos sus miembros en paro. Y los que quizá sean más reveladores son los que describen la actividad creciente de Cáritas, organización a la que acuden ciudadanos a los que se les ha hundido la red pública de protección social: el número de personas atendidas ha pasado de 400.000 en 2007 a 1,5 millones en 2012. Además, ha cambiado el perfil de los demandantes de auxilio: antes eran principalmente personas con pocos recursos que vivían solas y ahora son familias enteras. Con la particularidad de que la crisis se está cronificando en muchos casos. El informe subraya también que la crisis profundiza una desigualdad patológica: según Eurostat, la distancia entre la renta media del segmento de población formado por el 20% más rico y el 20% más pobre -un sexto de aquél- no solo es la mayor del Eurogrupo sino que registra el mayor crecimiento de toda la UE. La salida del túnel debería ser, pues, ocasión para reintroducir una política fiscal más redistributiva ya que durante los años de opulencia, no se produjo un avance hacia la reducción de tales desequilibrios. Felizmente, existen los salarios sociales que financian las comunidades autónomas y la Renta Activa de Inserción estatal, mecanismos que evitan la indigencia extrema. Y asimismo actúan como último recurso las redes familiares y las ONG. Sin embargo, es preciso que la secuelas de la crisis reaviven los programas de los partidos tras haber quedado de manifiesto la ingente tarea pendiente hacia una mayor nivelación que vuelva más equitativa la estructura social de este país.