Economia

El tempano humano vuelve

Tímido, afable y profesionalmente consistente, ha estado volcado en una fundación para nuevos emprendedores Ignacio Goirigolzarri

BILBAO. Actualizado: Guardar
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No hay un José Ignacio Goirigolzarri. Todos los que han tenido la oportunidad de trabajar con él saben que hay dos. Uno, el ser humano, es el ejecutivo cercano, con maneras de lord británico, amable, que siempre escucha a su interlocutor, un punto tímido, sencillo y austero. Otro es el ejecutivo profesional, un témpano de hielo, incapaz de atender a ningún otro condicionante que no sea su criterio profesional, independiente, de los que no se casa con nada ni con nadie y que no atiende a criterios humanos a la hora de tomar decisiones.

Es quizá la convivencia perfecta de esos dos 'goiris', la mezcla mágica de la mano de hierro envuelta en un guante de seda, la que ha permitido a este bilbaíno de 58 años convertirse en uno de los profesionales de banca más sólidos de la era moderna.

El abanico de responsabilidades que asumió a lo largo de sus 31 años en el BBVA le permitieron demostrar que era un todo terreno en el sector. De su mano salió la modernización de la red comercial en España, productos pegados al terreno de las economías familiares como 'el libretón', pero también aventuras internacionales de éxito. En diciembre de 2001 se convirtió en el consejero delegado del BBVA. En la práctica, en el número dos de la entidad. Tiempos difíciles, porque el banco había sufrido un auténtico proceso de purga de todo lo que oliese a BBV, en una batalla, mezcla de razonamientos legales y de lucha descarnada por el poder, que había puesto en la calle a todos los que, hasta entonces, habían sido sus compañeros de travesía profesional. Francisco González, el presidente del banco, decidió ofrecerle ser su mano derecha.

«En casi cualquier empresa, ser el segundo agota. Si además el primero es como Francisco González, eso te mata», asegura un antiguo colaborador del nuevo presidente de Bankia. Todo el mundo sabía, o creía saber, que estaba llamado a ser el sucesor. Pero sus deseos de ser número uno se vieron frustrados a finales de 2009, cuando González decidió ampliar los límites de edad -lo ha vuelto a hacer el pasado marzo- para permanecer en la presidencia. Punto y final, tiró la toalla y pactó su salida, lo que le colocó en el disparadero de las críticas de la opinión pública, al recibir tres millones de euros anuales como pensión vitalicia. A partir de entonces se refugió en dos actividades no remuneradas. La creación y el lanzamiento de la Fundación Garum, dedicada a la promoción de nuevos emprendedores en España y Latinoamérica y el 'moderno' arte de convertirse en 'blogero' a través de su página, aún hoy activa, 'goirigolzarri.com'.