CARTAS A LA DIRECTORA

La mujer del César.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Quiero expresar mis sentimientos más sinceros acerca del incidente regio ocurrido en estos días. No entro en juzgar al Rey, Dios me libre, pero sí en exponer lo que me parece el suceso.

Creo que un buen monarca, según tengo entendido, no debe pedir perdón por sus errores. Además, lo que puede parecer un error puede que simplemente sea la trama de un acuerdo o contrato que posteriormente redunde en beneficio de España y que tiene como teatro una montería para cazar elefantes. Otra razón, un buen rey tiene que ser coherente con el contenido de su discursos dirigidos a un pueblo que se encuentra en una situación de crisis económica y, por último, un buen rey no solo debe serlo , sino parecerlo, además, sabe hacer uso de las atribuciones especiales que se le otorgan por su condición de mandatario de máxima responsabilidad de un Estado.

Otra cosa sería un rey bueno. Un rey bueno es lo más parecido a un ciudadano normal que desempeñando sus funciones cometiera un error y, por la trascendencia del mismo, se viera obligado a pedir perdón. Entonces, como, a mi parecer, confunden un colectivo numeroso de ciudadanos, el acto de pedir perdón se debe valorar como un acto noble. Pero yo no estoy seguro de si se trata de un rey bueno o un buen rey. No comparto el criterio de ese colectivo y tengo mis razones. ¿Quién me dice a mí que el Rey no ha cometido antes actos indignos que, por no haber sufrido accidente alguno, no han llegado al conocimiento de su pueblo?

Finalmente creo, en mi modesta opinión, que nuestro Rey pasaría a la Historia de España, no solo como un buen rey, sino como el más grande de todas las dinastías, si dispusiera los trámites necesarios para restablecer el Gobierno republicano que tan soezmente fue arrebatado.