Sociedad

Maruja Torres tiñe de negro el misterioso Nilo

Satiriza a corruptos y prepotentes en 'Sin entrañas, segunda novela de intriga protagonizada por su detective Diana Dial

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Del desinterés a la fascinación. Maruja Torres (Barcelona, 1943) abandonó su indiferencia por Egipto cuando depositó en el país de los faraones las cenizas su bienamado colega Terenci Moix. Algo hizo clic en su magín, del que ahora surge 'Sin entrañas' (Planeta), una satírica intriga en el misterioso Nilo con cadáver momificado y quince sospechosos que presentó inmersa en bullicio cairota y con la pirámides como grandioso decorado.

Es la segunda novela negra de esta periodista y escritora sin pelos en la lengua que se trasmuta en Diana Dial, resuelta reportera devenida en detective y tan deslenguada y desencantada como ella de una profesión y un mundo «en el que mandan los mediocres». Es, además, un homenaje explícito a su admirada Agatha Christie con el que fustiga -con tanta mala leche como ironía- a poderosos, corruptos y prepotentes «entre misterios como pirámides y verdades como puños».

Si 'Fácil de matar', su debut en el género negro, fue un ajuste de cuentas con su pasado reciente y con un oficio que adora pero del que está de vuelta, Maruja del Nilo se embarca ahora en un ejercicio de estilo y de la mano 'negra' de Christie. Encierra a «quince hijos de puta» en un lujoso yate que remonta el Nilo para resolver en una paródica travesía entre Luxor y el Cairo el oscuro asesinato de Oriol Laclau y Masdéu, un tiburón inmobiliario de la Cataluña convergente que amasó una fortuna en la Barcelona preolímpica. Un pastón que dedicó a comprar bienes y voluntades y a su irrefrenable pasión por la arqueología y los tesoros faraónicos.

Compone al asesinado en un mosaico de muchos personajes públicos catalanes. Entre los sospechosos trama lazos, amoríos, venganzas, envidias y delirios de grandeza. Ninguno sale bien parado en una «trama neocolonial», a veces delirante, que escarnece sobre todo a los parásitos de la agónica dictadura de Mubarak. Se reconoce a Zahi Hawass, oscuro y todopoderoso director de antigüedades de Egipto, al servicio de sus propios intereses y los del dictador, mudado en el personaje de Hadi Sueni. «Corruptos y prepotentes, cuando matan se escudan en el poder y el dinero. No es que los ricos maten mejor, pero quedan más impunes y sabemos menos de sus asesinatos. Tienen quién les cubra y pueden sobornar», ironiza la escritora.