El alto el fuego en Siria, misión imposible

Nadie se fía de nadie en Siria y el alto el fuego negociado por Kofi Annan, que debería entrar en vigor mañana, se tambalea. A pesar del compromiso adquirido con la ONU, Bashar el-Asad se negó ayer a retirar sus tropas de las ciudades sirias hasta no obtener confirmación por escrito de los «grupos terroristas» -como el régimen denomina a la oposición- de que han cesado la violencia. La oposición se ha negado a dar ningún tipo de «garantía» a un Gobierno que no reconocen. Tras meses de sanciones y negociaciones, la comunidad internacional no ha encontrado por ahora un plan alternativo que ponga fin a un año de violencia.

«Siria no repetirá lo que sucedió con la (anterior) misión de observadores de la Liga Árabe, cuando sacó a sus tropas de las ciudades y los grupos armados aprovecharon para reorganizarse, armarse y llevar a cabo todo tipo de terrorismo», dijo ayer el portavoz del régimen sirio, Jalid Maqdisi, en un comunicado televisado. Damasco ha puesto una nueva condición para aceptar el alto el fuego: que la oposición acepte por escrito «frenar la violencia en todas sus formas y muestre su disposición a deponer las armas».

Según Maqdisi, la interpretación que ofreció el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria al Consejo de Seguridad la semana pasada fue «errónea», ya que se asumió que Siria había asegurado que retiraría sus tropas de las ciudades a fecha del 10 de abril. Pero Annan no ha presentado por ahora, aseguró el portavoz de Damasco, «garantías escritas» de que los «grupos terroristas» vayan a rendir las armas, se vaya a «restablecer la autoridad del Estado en todo su territorio» y Catar, Arabia Saudí y Turquía vayan a «detener la financiación y armamento de los grupos terroristas».

Un día antes de que cumpla el plazo límite, el plan de seis puntos de Annan parece condenado al fracaso. Ayer, el ex secretario general de la ONU no podía ocultar su decepción y se mostraba «horrorizado» por los recientes informes «que indican un aumento de la violencia y las atrocidades en diferentes ciudades de Siria, con un resultado alarmante de heridos, refugiados y personas desplazadas». Esta violencia, aseguró Annan, «es una violación de lo acordado conmigo».

«Somos honrados»

El plan contempla el cese de todo tipo de violencia por ambas partes y la apertura de un diálogo entre Gobierno y oposición, la supervisión por parte de la ONU de ese alto el fuego, la liberación de los presos políticos, el desbloqueo de la ayuda humanitaria, el libre movimiento de los periodistas por el país y el respeto al derecho de manifestación.

El Ejército Libre Sirio (ELS) se negó ayer a aceptar esta nueva condición unilateral que quiere imponer el régimen. «Hemos dado nuestra palabra de que si el régimen se compromete con el plan, entonces nosotros también lo haremos. Somos honrados», dijo ayer el líder del ELS, Riad el-Asad. La oposición no dará garantías al régimen porque no lo reconoce, añadió el jefe de este cuerpo armado opositor compuesto fundamentalmente por desertores.

El giro de última hora dado por El-Asad dos días antes de que se cumpla el plazo para el alto el fuego apenas ha supuesto una sorpresa para nadie. Desde el principio del conflicto, Damasco ha roto una serie de compromisos adquiridos con la ONU o con la Liga Árabe para poner fin a una crisis que ha costado ya la vida de más de 9.000 personas. Que el fin de la violencia iba a ser una quimera ya se vaticinaba el pasado sábado, uno de los días más sangrientos desde el inicio del alzamiento contra el régimen hace un año. Durante el fin de semana, más de 150 personas han perdido la vida en Siria. Ayer otras 37 víctimas mortales se sumaban a la larga lista de los caídos en la represión de las fuerzas leales al dictador.