Un militante del PNV agita una ikurriña en presencia de Iñigo Urkullu y del resto de la cúpula del PNV, ayer, en Bilbao. :: FERNANDO GÓMEZ
ESPAÑA

Urkullu exige a Rajoy que «se mueva» ya para asentar la paz

El líder del PNV asegura en el Aberri Eguna que «Euskadi no está para perder el tiempo ni para experimentos ocurrentes»

BILBAO / PAMPLONA. Actualizado: Guardar
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El PNV aprovechó la tradicional celebración del Aberri Eguna para incidir en su papel de vigía y garante de la «normalización» de Euskadi. Mientras la izquierda abertzale se volcó de forma casi única y exclusiva en subrayar su perfil independentista y soberanista, el terreno en el que mejor se mueve, Iñigo Urkullu volvió a ajustarse el traje de líder responsable y preocupado por el posible «estancamiento» en el camino hacia la paz definitiva. El líder del PNV se dirigió directamente a Mariano Rajoy para exigirle que «no paralice» el escenario abierto en Euskadi tras el cese definitivo de la violencia de ETA, máxime cuando puede contar con un amplio respaldo parlamentario como aval.

Urkullu reclamó al presidente del Gobierno que abandone «el inmovilismo» y «no defraude las expectativas de la sociedad vasca» porque ahora toca «subir las escaleras» y no quedarse a «esperar en el rellano». «Señor Rajoy, la situación ha cambiado. ¡Muévase!», exhortó Urkullu, hasta ahora nada dado a presionar públicamente al PP en materia de pacificación. El líder peneuvista dio muestras de que, aunque el voto de confianza que el PNV ha decidido dar al Ejecutivo del PP para gestionar el fin de ETA sigue en pie, empieza a cundir la inquietud ante la ausencia de gestos claros en terrenos que Urkullu delimitó expresamente.

El acercamiento de presos, la «participación política plena» -legalización de Sortu- y el «diálogo resolutivo» -sin precisar entre quiénes ni para qué- son posibles, dijo, sin desbordar el ordenamiento vigente. El líder peneuvista admitió compartir con Rajoy la necesidad de actuar con «prudencia y paciencia» pero también dejó claro que el momento de dar pasos ha llegado ya y que no puede seguir «escudándose» en que «nada ha cambiado» porque «no es verdad». «No se escude, no dilate, no paralice», exigió a Rajoy desde la tribuna de la bilbaína plaza Nueva.

Como cada año, el PNV congregó allí a su militancia en una celebración sencilla, construida en torno a la idea de una Euskadi moderna ochenta años después de la primera celebración de la efeméride, en 1932, pero que sigue siendo, para los abertzales, la patria de los vascos. La presentadora del acto, vestida a la usanza de los años 30; el Citroen de época que acompañó la entrada de los dantzaris invitados; el blanco y negro que cambiaba a color en la pantalla gigante... Una cuidada escenografía para reafirmar el «compromiso» que el PNV adquirió hace ocho décadas «con la resurrección de la patria vasca» y que Urkullu renovó ayer, en el primer Aberri Eguna de la democracia sin el yugo de la violencia de ETA, para hacer de Euskadi una «nación dueña de su propio destino» y «en pie de igualdad» con otras naciones europeas como, según citó, Estonia, Croacia, Escocia, Cataluña y Flandes.

El mensaje soberanista, muy aplaudido por los asistentes -como cada año, mayoritariamente veteranos en una celebración que coincide de lleno con las vacaciones de Semana Santa-, se daba por descontado en tan señalada fecha, pero no monopolizó, ni mucho menos, el discurso de Urkullu, escoltado por la recién renovada dirección jeltzale en pleno. El exlehendakari Ibarretxe ocupó lugar de honor en el escenario junto al alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna; el diputado general de Vizcaya, José Luis Bilbao; el presidente de la Fundación Sabino Arana, Juan María Atutxa; al que no se le vio, en cambio, en Bilbao fue al expresidente del PNV alavés, Iñaki Gerenabarrena, recientemente derrotado en la liza interna por Xabier Agirre. Efectivamente, Urkullu armó un discurso sin apenas estridencias, orientado a atraer a aquellos abertzales poco amigos de órdagos o aventuras -«Euskadi no está para perder el tiempo ni para experimentos ocurrentes», puntualizó el líder del PNV- y quiso hacer hincapié en la imagen de líder de todo un país a la que acostumbra y en el «orgullo» con el que el PNV defiedne su proyecto pragmático para Euskadi.

Unidad abertzale

Mientras tanto, la izquierda abertzale exhibió en Pamplona su fortaleza a menos de un año para que se celebren elecciones en el País Vasco. Varios miles de personas -12.000 según la Policía Nacional y 30.000 según los organizadores- secundaron la llamada de la antigua Batasuna para participar en un Aberri Eguna compartido por vez primera con EA, Aralar, Alternatiba y Abertzaleen Batasuna. Esa imagen de unidad es, precisamente, una de las ideas que el movimiento encabezado por Rufi Etxeberria pretende trasladar al electorado como alternativa al PNV.

La formación independentista evitó, eso sí, cualquier referencia al PNV, su gran rival en las urnas. Ni en las declaraciones al inicio de la manifestación, ni en el discurso que en nombre de la red Independentistak realizó Txutxi Ariznabarreta, antiguo responsable de comunicación del sindicato LAB.