LA VOZ DEL PREGONERO

PREGÓN EN EL DOCE

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Las cofradías de Cádiz poseen en su mayoría una historia de más de 200 años, lo que no quita que en éste del Bicentenario, cuando las Cortes de Cádiz decidieron promulgar la Constitución política de la Monarquía española no dejaran de mirar en su articulado a las Cofradías gaditanas de aquella época, una vez habiendo visto su patrimonio y su historia. Pero, tras aprobar que la soberanía reside esencialmente en la Nación, no dejaron de reconocer que la religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana y única verdadera, así como que la Nación la protege por leyes sabias y justas y prohíbe el ejercicio de cualquier otra, así viene en el artículo 12 de dicha Constitución de 1812.

Hoy, a los 200 años de aquél monopolio, las cosas se han dispuesto de forma distinta, pero las cofradías tienen en su protagonismo de culto externo ese acertado monopolio de ser la religión católica la que tras un paseo por la Pasión de Cristo plasme en sus Titulares y en sus pasos el sentimiento de una sociedad civil mayoritaria que sin ser monopolizadora, sigue viendo a Jesús de Nazaret como aquél Hombre que supo entregarse por nosotros para el beneficio de la colectividad. Desde aquí, los cofrades verán y sentirán este pregón del Bicentenario como una llamada al reciclaje cofradiero, a saber meditar con la palabra de Cristo y a ponerla de actualidad en este año 2012, no olvidando aquella pregunta de San Pedro que le dijo a Jesús: «Señor, ¿cuántas veces he de perdonar?, ¿hasta siete?». Jesús le contestó: «No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete». Es decir, la palabra 'perdón' es recordar que cuando uno perdona está dando mucho más. Además del olvido de la ofensa, uno añade la oferta de relación, de amistad. El perdón que concedemos no es siempre puro: perdonamos para no complicarnos más la vida, para obtener algún beneficio, para demostrar nuestra superioridad. Por ello, uno no perdona cuando quiere, sino cuando lo siente. La experiencia del perdón de Dios derrama en nuestros corazones el bálsamo del perdón y nos permite utilizarlo en la relación con nuestros hermanos. Por ello, el pregón del Bicentenario es un pregón de actualidad y del siglo XXI, pero no olvidando que hace 200 años también supimos perdonar.