PAN Y CIRCO

HERIDAS AMARILLAS

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Hemos sufrido el síndrome de la ausencia plateada, y las heridas aún duelen por el fuerte impacto que recibimos tras el descenso, pero parece que todo pinta a que ya es hora de superar la angustia colectiva. No van de farol, ni tampoco parece que aguanten el tipo para despistar con estrategias incomprensibles. Deben tener ese as tan preciado escondido no sé donde, y ahora en esta mano, toca jugar y mostrarlo.

Los aficionados lo esperan con ansia, y para engrandecer esta emoción, además, el mito del grande en la categoría de bronce es ya todo un fenómeno social: en la pasada liga copera contaba con más de 29.000 seguidores repartidos en las redes sociales con más presencia cibernética. Y a los seguidores no se les puede defraudar, porque se merecen ser aún más felices y estar en la competición deseada que se han ganado partido a partido.

La última victoria convenció a la afición amarilla. Son más equipo cuando están implicados, no cabe duda, pero aunque sea demasiado pronto, la afición cree que ya es tiempo de descollar heridas, de empezar a soñar con limpiar la tacita y dejarla como la plata. Por imaginar, algunos ya deliran eufóricos por verse al lado del BBVA, piensan que muchos futbolistas se irán a otros equipos, o vendrán otros, en que el reparto de los derechos de transmisión aumentarán, los ingresos taquilleros también porque volverá el clásico amarillos contra azules, porque los de Moreno convencen también con querer quedarse en la categoría deseada. Y cuando vuelven a la realidad, es cuando fortalecen la confianza en el equipo, aún cuando quedan tres meses de liga.

Pero ellos, los protagonistas, que son lo más importante, saben que ahora es cuando deben mantener la calma y estar más tranquilos.

Todos queremos sanar definitivamente las heridas. Ahora lo único que importa es que el bronce tiene que ser nuestro, un bronce que será un bálsamo para recuperar el alma.