En la piedra caliza, se está recuperando el tono blanco. :: A. VÁZQUEZ
CÁDIZ

Arte e historia, labrados en piedra

Los restauradores se afanan en recuperar el Monumento de las Cortes para el 19 de marzo

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Las piedras hablan y lo hacen con tal pasión que bien merecen prestar atención a lo que dicen en pleno epicentro de la plaza de España. Dicen que Modesto López y Aniceto Marinas leyeron repetidas veces la Constitución de 1812 para inspirarse en un monumento ecléctico que se terminó en 1929. Y lo consiguieron. Tanto como para erigir todo un retablo de símbolos dedicado a la Carta Magna, las Cortes y el Sitio de Cádiz que interpela al que lo mira. Todo un universo histórico, artístico y simbólico que ahora se acicala para un cumpleaños redondo, su 200 aniversario.

En estos días, la constructora JMR, bajo la coordinación de la empresa de restauración Ars Nova, se afana en la restauración del Monumento a las Cortes de Cádiz. Una labor que se centra en la limpieza y consolidación de la recreación de un hemiciclo donde ningún elemento está colocado al azar. Fabián Pérez Pacheco, responsable de Ars Nova lo sabe bien. Desde principios de febrero coordinan unos trabajos centrados en la eliminación de suciedad acumulada y de los ataques biológicos en los dos tipos esenciales de piedra: la caliza (la blanca que constituye la arquitectura del monumento) y la arenisca (en tonos grises y en la que están labrados los grupos escultóricos).

Dos tipos de piedra que, en general estaban en buen estado de conservación, pero que presentaban patologías diferentes. Sobre la caliza, la suciedad ha hecho más mella; mientras que la arenisca se ha visto más afectada por el ataque biológico de hongos y algas que le daban un tono verdoso ya desaparecido. Y es que en estos momentos la limpieza está casi terminada «tan solo falta un 5% de la limpieza», explica Pérez que coordina un equipo ocho restauradores y cuatro operarios.

Una vez realizada la limpieza, los restauradores se centran ahora en la protección de la piedra y «la reconstrucciones volumétricas» que desdibujan las trazas geométricas del monumento. Es decir, que desde Ars Nova se ha optado por un criterio artístico de reintegrar solo aquellos puntos perdidos que se hacen especialmente visibles (como rotura de sillares de piedra caliza) y no recuperar aquellas pérdidas que se centran en las esculturas, de líneas más movidas y que hacen menos perceptibles las faltas.

Las roturas en la piedra, tal y como explica Pérez, están provocadas por la oxidación de las piezas de hierro interiores y la posterior fricción en la piedra. Un mal que se suma al efecto de las escorrentías en zonas puntuales de las esculturas y sobre las que ya actúa el equipo de expertos para evitar su avance. El resultado de su trabajo será visible para el 19 de marzo. Todo un reto, para el que Fabián Pérez aclara «que se trabaja en plazo».

La restauración de JMR y Ars Nova hará posible contemplar en todo su esplendor un monumento que constituye toda «una lección de historia y arte». Pérez Pacheco no duda en calificar el monumento como una obra «muy elegante» que transmite «el valor y la fuerza de unos ideales». De hecho, contemplar la obra supone admirar todo un programa iconográfico completamente estudiado. El ala derecha de la recreación del hemiciclo recrea la Ciudadanía que marcha a la guerra, al pie del pilar central. Una simbología que se suma a la escultura ecuestre en bronce que representa a Marte, dios de la Guerra, en el extremo. Todo ello plasmado en líneas diagonales que transmiten movimiento, empuje y fuerza. La sensación opuesta transmite el lado izquierdo del hemiciclo. La alegoría de la Agricultura marca la tendencia de una zona del monumento dedicada a la Paz, «marcada por las líneas verticales» que trasmiten serenidad.

A la derecha, los altorrelieves del hemiciclo representan a la Junta de Defensa de Cádiz. A la izquierda, la Jura de la Constitución, perfectamente integradas en el programa de Guerra y Paz. Ambos relieves, a su vez están inspirados en dos obras pictóricas: 'La Junta de Cádiz en 1810' y 'El Juramento de los Diputados de las Cortes de Cádiz'. Eso por no hablar de la alegoría de la Constitución, a los pies del pilar central o la plasmación de la Libertad, la Verdad, la Justicia y la Ley, en el punto más alto de la obra y como tenantes de una Constitución representada con texto aparentemente inteligible de letras inconexas.

Todo este universo es el que lleva a Fabián Pérez a hablar de un monumento «de alto valor simbólico», hijo de un momento artístico caracterizado por el eclecticismo. «La arquitectura y el arte del siglo XIX han estado poco valorados», explica el responsable de Ars Nova. Eso lleva Pérez a resaltar la importancia de un monumento «señero» y de «gran valor icónico». El mismo al que con mimo devuelven su fulgor original.

Blanco y gris para un hemiciclo que aspiraba a convertirse en el faro que recibiera al visitante venido del mar. Todo un símbolo que ni los edificios que ocultaron su vista consiguieron borrar. Su gallarda planta sigue inalterable, testigo pétreo y parlante de una Constitución, una sociedad y un nuevo modelo de Estado. El digno representante de un centenario, el presente de un bicentenario y el futuro de un tricentenario, si fuera necesario.