PAN Y CIRCO

TOCANDO FONDO

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El Cádiz tiene que salir de la Segunda Divsión B ya para no desaparecer. Lo que estoy diciendo es que lo llevamos pensando once años seguidos, después de lograrlo pensábamos que ni íbamos a volver a caer más y tras ascender con Gracia tampoco. Sin embargo lo único cierto es que, por segunda temporada consecutiva, estamos metidos en un pozo, un terrible pozo que no tiene nada que ver con aquel al que nos vimos abocados en el verano del 94. No tiene nada que ver porque, pese a la crisis económica que nos asoló tras la Expo y las Olimpiadas, la ruina futbolística no era tan acuciante como ahora. Y es que 18 años después, el país está abocado a una recesión y el fútbol en Segunda B a la desaparición.

Lo ocurrido el pasado fin de semana en El Ejido es el colmo, la gota que rebasa todos los vasos de la lógica y la paciencia. Las imágenes difundidas por televisión (por cierto el canal autónomico ya podría haberse ahorrado emitir todos los goles que recibió el orondo y juvenil portero almeriense) dejan en evidencia a la entidad y confirman la vergüenza que está rodeando a esta categoría. Es lamentable que un grupo de futbolistas juveniles tuviese que saltar al campo a soportar una lluvia de goles en contra. Y lo peor de todo, el club decidió inscribir a jugadores que estaban lesionados como fue el caso de Óscar Tena que, muletas en mano por una lesión de ligamentos, tuvo que comprobar cómo aparecía en el acta del esperpento.

Pero no es el único caso. El Sporting Villanueva ya ha sido retirado de la competición y el San Roque de Lepe va a dejar marchar a sus mejores hombres porque considera que con un par de empates puede salvarse del descenso. Eso sí, el Barcelona y el Real Madrid cada vez ganan más dinero, cada vez ofrecen más espectáculo y cada vez son más poderosos. Menos mal que el Mirandés nos dio una alegría esta semana y demostró que el fútbol de los pequeños puede ser grande.