TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

GIBRALTAR Y LA TENTACIÓN DE UN PASO ATRÁS

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La reciente victoria del Partido Popular en las elecciones generales celebradas el pasado 20 de noviembre en España y los flamantes comicios a la Asamblea Legislativa de Gibraltar que depararon, el pasado jueves, la mayoría de la coalición socialista liberal pueden sentenciar a muerte el Foro Tripartito. Se trata de una forma original de relaciones entre España y el Reino Unido con las autoridades gibraltareñas, más allá de la fórmula de tres voces, dos banderas, acordada en el pasado para tratar los asuntos domésticos relacionados con el Peñón. Esto es, la soberanía sigue siendo cuestión de los dos estados que firmaron el acuerdo de Utrecht en 1713 -atención a la efeméride-, pero no hay problema para hablar de vertidos, rellenos o colas en la frontera. O no lo había hasta ahora.

Los conservadores españoles no se han pronunciado al respecto, pero se sabe que no les gusta la composición de la mesa. Quizá opten por mantenerla pero presumiblemente quieran incorporar a sus sesiones a los representantes de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar. Hasta que se designe al nuevo ministro de Asuntos Exteriores y éste consolide su equipo, la voz cantante en la materia la tiene el diputado José Ignacio Landaluce, a la sazón alcalde de Algeciras. Al otro lado de la Verja, Fabian Picardo el joven lider socialista -que ha sucedido a Peter Caruana en el número 6 de Convent Place- parece dispuesto a seguir acudiendo a dichos encuentros periódicos, que se interrumpieron sospechosamente después de que Miguel Angel Moratinos se convirtiese en el primer ministro español en pasar a territorio yanito, venciendo una tácita prohibición del Palacio de Santa Cruz. Sin embargo, Picardo, nieto de una republicana española que se refugió en la Roca, ha reprochado al anterior ministro principal sus contradicciones en materia de soberanía, por lo que ya ha hecho presumir a numerosos analistas que endurecerá su postura en las relaciones con España, aunque nunca se alcanzará probablemente el grado de tensión vivido durante el mandato del socialista Joe Bossano, que por cierto formaba parte de la candidatura de su joven delfín y participará del futuro gobierno de la Roca.

A lo largo de quince años, Peter Caruana ha materializado lo que en otro tiempo se llamó la política del arreglito con España. Esto es, vamos a emplearnos a fondo a la hora de resolver los problemas domésticos que nos afectan y dejamos el contencioso sobre la soberanía para otro momento. A pesar de litigios como el de las aguas jurisdiccionales, concepto que no existía hace trescientos años, lo cierto es que esta serie de contactos ha dado su fruto y sería un error incurrir en la tentación de un paso atrás.

Picardo ya ha anticipado que, más allá de la hostilidad de la campaña, pretende gobernar para todos los gibraltareños, máxime cuando para derrotar a Gibraltar Social Democratas, el partido conservador de Peter Caruana, le ha hecho falta coaligarse con los liberales de Joseph Garca, el historiador que antes liderara el Gibraltar National Party. El margen de la victoria ha sido estrecho, en torno a un dos por ciento, en una noche de recuento a la que el propio Picardo ha calificado como una montaña rusa que no tiene nada que envidiarle a las atracciones más intrépidas de Eurodisney. 49 por ciento para los vencedores, con 10 parlamentarios electos, 47 para los vencidos con tan solo 7 y un 4 por cierto para el PDP de Keith Azopardi, que no pasará a engrosar el parlamento local.

Atrás, Caruana deja fama de buen gestor, una nueva Constitución con más cotas de autogobierno y una reforma del centro financiero local que le ha sacado de la geografía off-shore y ha regularizado su imagen externa. Pero también los socialistas y los liberales no dudaron en acusarle de autoritario, al tiempo que llegaron a esgrimir supuestas irregularidades en la concesión de contratos y servicios de la administración. En cambio, le avalan su poltica de obras públicas, el hecho de que Gibraltar tan solo cuente con un 2 por ciento de paro -alrededor de 6000 españoles trabajan allí- y que su economía siga creciendo en una Europa al borde de la recesión. Recordemos que justo al lado español de la frontera, el Ayuntamiento socialista de La Línea de la Concepción carece de fondos para afrontar los dos últimos meses de la paga de sus funcionarios que se reunieron esta semana en asamblea. Y que sigue esperando noticias sobre la concesión de una carta especial a favor de la ciudad, tras aquel descabellado intento de establecer un peaje en la frontera, que ideara el anterior alcalde del PP.

Caruana también deja grandes amigos a este lado del contencioso, como los socialistas Rafael Román o Alonso Rojas, ya alejados de la primera línea poltica. Pero, cristiano convencido y miembro de una influyente familia gibraltareña, también contaba con afectos no solo en su segunda residencia de Sotogrande sino en ciertos círculos de la derecha gaditana. Sin embargo, Fabian Picardo es nuevo en esta plaza y pertenece a una generación que se ha educado en Gran Bretaña y que ha aprendido a superar el trauma del cierre de la Verja durante casi quince años. Sin embargo, ni él ni su generación siguen contando con una relación fluida con el Campo de Gibraltar. Ni viceversa. Quizá ese será un buen asunto, el de las relaciones personales, para incorporarlo a la agenda del próximo foro tripartito. Si es que vuelve a convocarse.