Editorial

Italia en la encrucijada

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La incapacidad de Berlusconi para llevar a cabo las ajustes que requería la economía italiana, afectada por una elevada deuda del orden del 120% del PIB y con una crónica atonía en los últimos años, y la entrada de la prima de riesgo italiana en la zona de rescate -por encima de los 500 puntos- han forzado la dimisión del primer ministro italiano, a instancias poco discretas del llamado Grupo de Frankfurt -Merkel, Sarkozy, sus ministros de Economía, Barroso, Van Rompuy, Draghi, Junker- que ha conseguido asimismo evitar unas elecciones anticipadas, como llegó a pretender el jefe del gobierno saliente. Este fin de semana, el Parlamento italiano aprobó los presupuestos para el año próximo con las reformas exigidas por Bruselas, por lo que el nuevo gobierno que anoche formaba apresuradamente el presidente Napolitano, previsiblemente encabezado por el excomisario Mario Monti, apenas tendrá que completar tales reformas, ante unos mercados ya más calmados. Lo deseable para Bruselas y para buena parte de la opinión italiana es que este gobierno tecnocrático dure algunos meses, hasta que la terapia anticrisis haya empezado a rendir frutos, pero ello, infortunadamente, dependerá del propio Berlusconi, quien todavía está al frente -no se olvide- de la principal formación del parlamento italiano.