Editorial

Palestina, en la Unesco

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Los Territorios Palestinos (parcialmente ocupados por Israel y sin un estatuto jurídico asimilable al de un Estado) obtuvieron ayer un gran éxito: por mucha holgura la UNESCO le otorgó la condición de miembro de pleno derecho de la organización, la más prestigiosa agencia de la ONU. Los Estados Unidos y trece más, entre ellos Alemania, votaron en contra, pero 107, con todas las otras grandes potencias lo hicieron a favor y hubo 52 abstenciones. Con un respaldo internacional de esta envergadura es un poco precaria y elemental la reacción de Washington: cancelar su compromiso con la financiación de la UNESCO y, de hecho, abandonarla, es decir, matar al mensajero y perjudicar gravemente a terceros, los destinatarios finales de los respetados programas de la organización. Los norteamericanos han reaccionado así para dejar claro de nuevo su total compromiso con Israel, cuyo aislamiento internacional creciente debería preocupar más a sus autoridades. No es el modo de tratar la situación, reducida al hecho de que una abrumadora parte de la opinión mundial desea ver los territorios palestinos convertidos en un Estado miembro de la ONU, algo que puede ocurrir pronto y que la votación de ayer prefigura. Tal es el verdadero problema.