DE ZORRILLA A LA MAREA

EL CÁNCER NO ES UNA ENFERMEDAD PARA NIÑOS

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Me gustaría saber cuál es esa 'fuente del SAS' que se atreve a decir a padres de niños con cáncer que demandaban esta semana mayor intimidad y comodidad para sus hijos en el hospital Puerta del Mar que «la prioridad del centro es asegurarles el ingreso y eso se ha hecho, todos están en sus habitaciones y reciben la atención que se precisa». Supongo que no se habrá atrevido a dar su nombre y apellido y cara a cara explicarle a padres desesperados y angustiados que eso es lo que hay y que prefieren gastarse el dinero de los contribuyentes en crear una Plataforma de Contratación en Zona Franca para colocar a los suyos (esperemos que sin un estatuto especial como el de los directores generales de la Diputación) que emplear esos euros en dar una mayor comodidad a esos niños y sus familiares. Para quien esté un poco perdido en este asunto, me explico: Existe en las séptima planta del hospital, donde se encuentra el área de Pediatría, un ala en la que en su día el SAS invirtió un dinero mejorando las habitaciones e instalaciones para atender a niños inmunodeprimidos, en su mayoría los afectados por cáncer que reciben duros tratamientos de quimioterapia que les bajan las defensas, con el riesgo de coger en cualquier momento cualquier tipo de infecciones que agravaría aún más su enfermedad. De ahí que necesiten estar aislados de otros niños que ingresan en este área por otro tipo de enfermedad o bien para ser intervenidos en la zona de Cirugía Pediátrica, donde ahora se les ha ubicado a ellos. Desde el verano esa zona, atendida por profesionales acostumbrados a bregar con esos pequeños (que prácticamente entran y salen del hospital un día sí otro no), está cerrada y los niños oncológicos que ingresan comparten pasillo con otros, con el riesgo de pillar alguna infección que deteriore aún más sus defensas. En estos casos, no se trata de aplicar la ley sino la lógica o, simplemente, la humanidad de la que algunos parecen carecer, para abrir un ala que supondría la tranquilidad de unos padres que lloran en silencio la enfermedad de sus hijos. En estos casos los recortes no valen, no tienen justificación y a más de uno se le debería caer la cara de vergüenza por permitirlo. Los niños se acostumbran, porque son pequeños y pasan allí demasiado tiempo, a que su cuarto es el «celeste» y su sillón es «verde» y el personal que los atiende sabe lo que le gusta a cada uno de los niños y sabe entender como nadie a las madres y también como no, a los médicos. El cáncer no es una enfermedad para niños. Y estos padres se montan en una montaña rusa que no tiene botón de pánico: suben y bajan sin poderlo detener. Se pegan una media de 10 años en el hospital, si todo va bien. Qué menos, que respetarles los mínimos derechos de tranquilidad, intimidad, confortabilidad y asistencia especializada. Ahorrar unos pocos de euros ante tanto dolor no merece la pena. Siempre me ha resultado difícil entender que las administraciones gasten dinero en despachos innecesarios e instalaciones millonarias en vez de invertir en mejorar la calidad de vida de quienes sufren, sobre todo si son niños. En Sevilla, en el hospital Virgen del Rocío, especializado en niños oncológicos, tuvieron que ser los padres quienes hace años, poniendo dinero de su bolsillo, a través de la asociación Andex que preside María Luisa Guardiola, quienes pusieran pie en pared para evitar que estos niños compartieran habitaciones de tres en tres junto a sus padres y separados sólo por cortinillas. Hoy mi 'wikiliki dersas' va por ellos.