CARTAS A LA DIRECTORA

Merkel

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Angela Merkel, con esa carita de no haber roto nunca un plato y esa pinta de amorosa mamá que te recibe del colegio con un 'Apfelstrudel' humeante y un abrazo cariñoso. Si, esa señora, que lleva un bolso naranja de la compra, supongo que para comprar Europa, es la que nos ha de guiar por el camino angosto de la productividad, para llegar sanos y salvos a la fortaleza de la economía sostenible, más parecido al 'Neuschwanstein' que al Escorial. Las formulas magistrales para todos los usos ya quedaron obsoletas en el XIX y pretender que todos vayamos con el mismo corte de pelo, suena a otra época que es mejor no recordar. Todos no somos bien, bien iguales. Mientras a unos les gusta el 'Schwein axe' con una 'Weissbier', otros preferimos el pata negra y el tinto de la tierra. ¡Es lo que hay!

Señora Merkel, tome buena nota de lo que le dicen las urnas en Berlín: para cada problema una solución. Ni en tiempos de crisis instaurará el IV Reich, porque Europa aprende, y aunque nos mire con esos ojos de «carnero degollado» a nadie esconde su alma nibelunga.

Está bien poner las cosas en su sitio y lo de Grecia no es de recibo, pero con esa excusa no puede, de paso, imponer su ley a media Europa, que sufre las consecuencias del paraíso terrenal de la sociedad del bienestar. No puede ser de otra manera, si uno no lleva dinero, no pide nada en el bar. Por excedernos en nuestra ansia de consumo desmedido, ahora los usureros nos quitan hasta la camisa. A ver cuándo aprendemos lo que ya sabía mi abuelo: «no se gasta lo que no se tiene y se paga lo que se debe». Mientras tanto siempre habrá lobos disfrazados de tiernos corderos, que a la minima nos dejarán como vinimos al mundo.