MUNDO

Los 'indignados' de EE UU se expanden

Las cargas policiales proporcionan a los manifestantes la atención de famosos progresistas y de medios del país

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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La prensa les ignoró durante dos semanas, convencida de que ese movimiento «fracturado y abstracto», como lo calificó 'The New York Times' en la primera crónica que publicó a los diez días, no era digno de su atención. La calle estaba escuchando, pero ha sido la agresividad policial la que ha amplificado las voces del movimiento Ocupa Wall Street hasta llegar a todos los oídos del mundo.

Desde el 17-S han tomado las calles, realizado dos asambleas diarias y dormido en una pequeña plaza que, paradójicamente, se llamaba Liberty Plaza hasta que fue rebautizada en 2007 como Zuccotti Park. El lunes de la semana pasada les visitó el cineasta Michael Moore, el martes el activista de color y profesor de Princeton Cornel West, el miércoles la actriz Susan Sarandon, el jueves el sindicato de Transportes, el viernes la organización MoveOn que impulsó la elección de Barack Obama, y con todo seguían ausentes en la prensa hasta que les visitó la Policía. Un encuentro doloroso que sin embargo les ha traído la atención que buscaban y que acabará siendo considerado como un craso error estratégico de las fuerzas del orden.

Ya lo discutían sus integrantes desde el principio. «Si nos detienen a todos, no podremos seguir con esta causa», decía una chica en las primeras asambleas. «Todos los movimientos civiles han empezado con detenciones masivas», contraatacaba un defensor del sacrificio. Y así fue. Dos actuaciones policiales que les han sacado de la invisibilidad del parque Zuccotti. La primera, el sábado 24, cuando un agente identificado por el grupo Anonymous como Anthony Bologna fue captado en dos vídeos rociando gas lacrimógeno directamente a la cara de dos chicas que se manifestaban pacíficamente.

Aquella primera carga policial camino de Union Square acabó con un centenar de detenidos pero la segunda, el sábado en un escenario mucho más cinematográfico, el puente de Brooklyn, asciende a cerca de 800. Difícil de ignorar, por mucho que no se entienda.

Bajar a la calle

Como los medios de comunicación de Egipto, 'The New York Times' acabó rindiéndose cuando algunos de sus más renombrados columnistas se convirtieron en disidentes del status quo y bajaron a conocer de primera mano el movimiento. «Después de volar este año alrededor del mundo para cubrir las protestas callejeras de El Cairo a Marruecos, escribir del último levantamiento fue más fácil: cogí el metro», contó Nicholas Kristof en su columna del sábado.

No es que Kristof comparta «los sentimientos antimercados de los manifestantes», sino todo lo contrario. «Los bancos son inestimables instituciones que, cuando funcionan adecuadamente, mueven el capital para su mejor uso y elevan los estándares de vida», defendió. Pero él y otros intelectuales están dispuestos a dar pistas para llena la agenda que le falta al movimiento.

Como en el 15M, en el que se inspiran, la pregunta es cómo se canaliza la ira de tantos indignados hacia cambios concretos para ese sistema contra el que protestan. Muchos lo ven como la respuesta de la izquierda al Tea Party, que dos años después de su nacimiento controla la Cámara Baja del Congreso y amenaza con dominar el Senado tras las próximas elecciones. Es una buena etiqueta, pero las diferencias son notables. Ocupa Wall Street sale de la calle, no tiene estructura legal para recaudar fondos ni cabecillas que den entrevistas por televisión, donaciones de multimillonarios ni demandas concretas. Son jóvenes que claman ser el 99%, ese que tiene menos dinero que el 1% capaz de comprar todo el sistema político a través del Tea Party para evitar que les suban los impuestos.

Tasa financiera

Kristof les sugiere que pidan que EE UU adopte la tasa sobre transacciones financieras que ya avanza en Europa, cierre las lagunas legales que permiten a Warren Buffett pagar menos impuestos que su secretaria, adopte la regla Volcker que limita la capacidad de los bancos para involucrarse en arriesgadas transacciones financieras y que se imponga una tasa bancaria para crear un fondo con que pagar futuros rescates, como había propuesto el propio Obama.

En el decálogo de soluciones le acompañan intelectuales como Noam Chomsky o la canadiense Naomi Klein, que ha prometido visitarles mañana. El movimiento de los indignados se expande, no solo en ciudades -Los Angeles, San Francisco, Boston y Toronto- sino en contenido, dispuesto a acoger bajo su paraguas a todos lo sectores frustrados desde que se disparó la crisis.