Editorial

Eurobonos y desconcierto

Urge la necesidad de que la UE hable con una sola voz y agilice la toma de decisiones

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La canciller Angela Merkel, el presidente francés Nicolas Sarkozy y el primer ministro griego Yorgos Papandreu trataron ayer de atajar los rumores en torno a una suspensión de pagos helena a través de una videoconferencia. La líder alemana y el mandatario francés se mostraron «convencidos» de que el futuro de Grecia está en el euro, mientras su interlocutor prometió cumplir con los compromisos de ajuste. Estas bienitencionadas pero retóricas declaraciones culminaban una jornada europea marcada por los desencuentros: el presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, conseguía un respiro de los mercados bursátiles al declarar que presentará una serie de opciones para emitir eurobonos, algunas de las cuales no implican necesariamente una modificación del Tratado. Poco después, el vicecanciller y ministro de Economía de Alemania, Philipp Rösler, reiteraba la oposición del Gobierno alemán a los eurobonos, «y esta es la posición del Gobierno federal alemán», concretaba. Para completar el panorama, el Parlamento austriaco no conseguía sacar adelante la ampliación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, por lo que su aprobación se retrasará, como mínimo, hasta finales de mes. Se confirma cada vez más que el problema de la Unión Europea -y de la Eurozona en particular- no es tanto económico cuanto político: no sólo las instituciones comunitarias son incapaces de hablar con una sola voz sino que ya hay dudas de que exista una verdadera organización capaz de tomar decisiones. Algunos de los argumentos que esgrime Alemania para oponerse a los eurobonos son consistentes, en particular el de que la garantía recíproca fomentaría la falta de disciplina en los Estados incumplidores. Por el contrario, la existencia de diferentes tipos de interés para cada país fomenta actitudes más comprometidas contra el déficit. Pero en una Europa verdaderamente integrada, federal, nada impediría que la Unión garantizara financieramente el conjunto y exigiera responsabilidad a sus propios miembros. Como ya sucede en Estados Unidos.