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EL TERCER NOMBRE

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Asemejanza de algunas parejas bien avenidas, conviene en la competición liguera que en vez de dos sean tres. El esplendoroso arranque del Madrid y del Barça ha reducido el interés y lo único que intriga a los aficionados es qué equipo será el tercero. Propongo, con toda la seriedad que merece el rectangular asunto, que se cree un trofeo para el conjunto que alcance el tercer puesto. El primero y el segundo ya sabemos quiénes los ocuparán: los acomodadores nunca faltan.

A las dos Españas terribles que nos han venido helando el corazón les ha sucedido otra, que es la única que puede calentarnos la cabeza. ¿Quién será el meritorio equipo que logre proclamarse vencedor de esta auténtica Liga que acapara la incertidumbre? Si viviera Chaves Nogales defenderíamos a sangre y fuego su candidatura para presidir la nueva federación. En su corta vida le dio tiempo para hacer un cumplido catálogo de héroes, bestias y mártires. Tuvo que ausentarse de su patria, ya que no tenía vocación para cumplir ninguno de esos destinos y estaba amenazado de muerte por los dos bandos. Nos hace falta tener un tercer nombre para jugar a la quiniela final y eludir el bostezo, que puede acometernos incluso cuando el árbitro les pite un penalti en contra a alguno de los dos grandes. Dará lo mismo. Messi o Ronaldo se encargarán de la remontada, ya que lo difícil ha sido construir el atlas económico. Solo dos grandes ciudades, que no por azar son las más grandes, lo han conseguido.

Si bien se mira, nunca ha estado mal ser el tercero en concordia. Si con el número uno nace la lisonja y con el número dos nace la pena, con el tres no ha llegado una enigmática religión aritmética. Atentos al número. Cada uno tiene sus manías, pero el siete ha sido el más favorecido. El cinco era, según los arabistas, el de la suerte. Lo amaban aquellos hombres que a mi tierra vinieron. Me conformaría con que el Málaga quedara en ese puesto.

Gritaría «¡campeones, campeones!», pero no tiene pinta.