ESPAÑA

Complicidades, cafés y emociones en un pleno atípico

Rubalcaba marcó distancias con Zapatero, Rajoy vivió impasible el debate y cerrada ovación a Uxue Barkos

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Quién lo iba a pensar hace dos meses. José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy estaban entonces enzarzados a cara de perro en el debate del estado de la nación. «Usted no arrima el hombro», «ha dilapidado la herencia del PP», «le veo de los nervios», «adelante ya el sufrimiento de los españoles». Reproches mutuos y críticas aceradas que certificaban sus abismales diferencias. ¡De esto sólo hace 62 días!

Las distancias parecían tan insalvables que ni el adelanto electoral ni los ataques de los especuladores actuaron de calmante. Hasta el pasado jueves. De golpe y porrazo, PSOE y PP alumbraron un acuerdo para reformar la Constitución para enfado de los grupos nacionalistas y de izquierdas, y la movilización de sindicatos y 15M en la calle.

Con estos antecedentes se desarrolló ayer un pleno atípico en el Congreso. José Antonio Alonso y Soraya Sáenz de Santamaría unidos de la mano con un mismo fin. Por una vez los papeles estaban cambiados, PSOE y PP defendieron su acuerdo mientras los minoritarios atizaban sin piedad a los grandes por el fondo y las formas.

Salieron a la luz las complicidades entre unos y otros diputados. Como si ahora se dieran la mano los jugadores del Madrid y del Barça y pelillos a la mar. Soraya Sáenz de Santamaría miraba complaciente la intervención de Alonso y Rodríguez Zapatero medio asentía lo que decía la portavoz popular. El beligerante diputado del PP, Vicente Martínez Pujalte, charlaba con el ministro Ramón Jáuregui, y su compañera Leyre Pajín departía en tono amistoso con la popular Elvira Rodríguez.

Sólo Mariano Rajoy parecía impasible ante tanta armonía parlamentaria. Recostado en su sillón, mirada clavada en la tribuna de oradores, seguía las intervenciones de unos y otros. No cambiaba el gesto ni cuando los grupos minoritarios desenfundaron su retahíla de reproches -«atropello», «ninguneo», «ruptura constitucional», entre otros-, ni cuando Sáenz de Santamaría le dedicó unas palabras de reconocimiento ni cuando los diputados de su grupo le rendían pleitesía al pasar a su lado.

«Me duermo»

Más 'movidita' vivió la bancada socialista el pleno. Y no es para menos. La reforma constitucional puso al partido en estado de ebullición. Para animarse tributaron un aplauso a su portavoz cuando hizo una encendida defensa de la política social del Gobierno. Sólo habían pasado diez minutos de sesión. A partir de ahí, el protagonismo recayó en Alfredo Pérez Rubalcaba.

Sabido el reproche del candidato a las formas del acuerdo -«yo no lo hubiese hecho así», le espetó el lunes a Zapatero-, los focos estaban en Rubalcaba. Su escaño era lugar de peregrinación. Cualquier gesto, cualquier movimiento, tenía significado.

Así fue como las televisiones cazaron al candidato en los pasillos del Congreso cuando se cruzó con el presidente. «Me voy a tomar un café, que me duermo», dijo tras la maratoniana jornada de la víspera con reuniones en tre frentes: comisión ejecutiva, consejo territorial y grupo parlamentario. También fue seguida con lupa su bajada del escaño a charlar unos minutos con Elena Salgado ante la mirada de circunstancias de Zapatero.

Pero entre tanta tensión dialéctica hubo 30 segundos de cordialidad. Los puso la entereza de la diputada de Nafarroa Bai Uxue Barkos, enferma de cáncer de mama, que ayer regresó al Congreso. En esto el presidente José Bono tiene mano derecha y dio la bienvenida a la diputada nacionalista con mucho cariño, a lo que luego siguió los aplausos de los diputados sin distinción de bancada.

«Lo agradezco más que sinceramente, resulta francamente emocionante» respondió Barkos. «Pero como lo cortés no quita lo valiente...». Y empezó su crítica intervención contra la reforma entre el murmullo del hemiciclo.