MUNDO

La ultraderecha europea, desnuda

Los atentados de Noruega fuerzan a los partidos radicales a distanciarse de Breivik para no perder su creciente popularidad

BERLÍN. Actualizado: Guardar
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El moderno complejo de edificios que alberga las embajadas nórdicas en Berlín amaneció el lunes pasado rodeado de agentes de policía que habían sido alertados para impedir posibles disturbios. Las autoridades de la ciudad habían permitido una manifestación solicitada por el grupo de ultraderecha Pro Deutschland y temían que la demostración degenerara en un tardío apoyo a la masacre cometida por Anders Behring Breivik en Oslo y en la isla de Utoya y que le costó la vida a 76 personas. Pero los agentes y el personal de la embajada respiraron aliviados cuando vieron llegar a un grupo de unas 20 personas que desplegaron en silencio un cartel donde se podía leer una frase que condenaba el asesinato. «Berlín se solidariza con Oslo: ¿Capital del miedo? ¡No con nosotros!»

«Él era un fanático solitario, que no era ni conservador ni cristiano», dijo un joven a este periódico para reafirmar su rechazo a la masacre. «Nosotros no somos asesinos», insistió. La pequeña manifestación, que duró solo un par de horas, fue el primer ejemplo de una dinámica que está comenzando a contagiar a todos los grupos de ultraderecha europeos, que temen ahora que los atentados de Noruega puedan hacer trizas los logros alcanzados en los últimos años y que llevaron a varios partidos populistas de derecha a los parlamentos de Finlandia, Noruega, Suecia, Dinamarca, Holanda, Bélgica y Hungría.

Prácticamente todos los dirigentes de la ultraderecha europea, incluido el partido del Progreso de Noruega, condenaron la masacre e intentaron distanciarse del joven asesino de 32 años, que intentó autoproclamarse como un nuevo y moderno apóstol del siglo XXI, un fundamentalista cristiano dispuesto a acabar con el peligro marxista que acecha nuevamente a Europa y que abrió las puertas del continente a la inmigración islámica.

«Ahora toda la población de Noruega es militante de la juventud laborista», proclamó Siv Jensen, la principal líder de la ultraderecha noruega, que hasta el viernes anterior a la matanza disfrutaba con la tendencia de los sondeos que auguraban para su partido un nuevo éxito en las urnas en los comicios comunales que tienen lugar en septiembre. «Me alegro que él no se haya sentido a gusto en nuestro partido», añadió Jensen al recordar que el asesino había sido dirigente de las juventudes del partido del Progreso hasta el año 2006.

Geert Wilders, líder del partido para la Libertad de Holanda (PVV), que convirtió a la organización en la tercera fuerza más grande del país con 24 asientos en el Parlamento, gracias a su furiosa política contra el Islam -comparó el Corán con el libro de Hitler 'Mi Lucha'- se apresuró a calificar al asesino de Oslo como una «persona enferma y violenta» y ofreció sus condolencias a todos los familiares de las víctimas y al pueblo de Noruega.

Marine Le Pen, presidenta del partido ultraderechista galo Frente Nacional, un movimiento xenófobo que también ha logrado convertirse en la tercera fuerza de Francia, dejó saber que su partido no tenía nada que ver con el asesino de Noruega. «Se trata de un lunático solitario que debe ser castigado sin misericordia», señaló.

Las condenas a la masacre se escucharon también en Budapest, Estocolmo, Helsinki y Copenhague, donde una fuerte corriente ultraderechista llegó a los respectivos parlamentos para sorpresa y temor del resto de Europa. Pero ninguna de las agrupaciones que ofrecen un hogar a los militantes radicales ha querido admitir que sus discursos sembraron el odio y la locura en Anders Behring Breivik hasta convertirlo en un asesino.

La nueva internacional de la ultraderecha europea ha proclamado su odio al multiculturalismo, a la inmigración musulmana y ha puesto énfasis en un nacionalismo a ultranza que defiende una Europa blanca, además de denunciar el nuevo fantasma marxista que flota sobre el continente, sin olvidar el resentimiento que expresan respecto a los crecientes poderes de la Unión Europea.

Marxismo cultural

La totalidad de los partidos filonazis, es cierto, ha condenado la masacre, pero es muy probable que simpaticen con la proclama que dejó el asesino y que repartió vía Internet. Breivik afirmó que el marxismo cultural, supuestamente impulsado por la socialdemocracia europea, había degradado moralmente a Europa y favorecido la inmigración.

«No se puede derrotar la islamización o detener/revertir la colonización islámica de Europa Occidental sin quitar primero las doctrinas políticas manifestadas a través del multiculturalismo/marxismo cultural», escribió Breivik. «Una de las manifestaciones más extendidas de la locura de nuestro mundo es el multiculturalismo», añadió el pistolero noruego.

Es verdad que la ultraderecha europea que tiene representantes en los parlamentos no asesina, ni tampoco fomenta la eliminación física de sus enemigos políticos, pero su discurso genera odio y violencia. Sin que nadie lo haya denunciado oficialmente, en varios países del continente está naciendo una peligrosa islamofobia, que podría en un futuro cercano provocar una nueva matanza.

Un informe de Europol, la agencia de policía europea, sobre la seguridad durante 2010 señalaba que en ese año no se habían registrado actividades terroristas de extrema derecha, pero el documento destacaba que los ultras se estaban profesionalizando con la producción de propaganda por Internet, sobre todo de naturaleza xenofóba.

«La profesionalización de su propaganda y de su organización demuestra que tienen la voluntad de ampliarse y extender su ideología y que todavía plantean una amenaza para los Estados de la Unión Europea», señalaba el informe. «El extremismo y terrorismo de derecha pueden prolongar su existencia si logran articular el rechazo público generalizado contra la inmigración desde los países musulmanes».

La matanza en Oslo representa la primera advertencia, pero también puede provocar un cambio radical en el debate sobre la inmigración en Europa. La primera señal la dio Sigmar Gabriel, el líder del partido Socialdemócrata alemán (SPD), quien denunció que el racismo y el nacionalismo que impera en Europa habían sido los gérmenes de la matanza.

«En una sociedad que tolera los sentimientos antimusulmanes y el aislamiento siempre habrá locos al margen de esa sociedad que se sientan legitimados para actuar de forma violenta. El centro de la sociedad debe dejar claro que no hay espacio para esas personas, ni para sus versiones diabólicas», dijo Sigmar Gabriel.