Los centros infantiles cerrarán por vacaciones sin saber si regresarán en septiembre con normalidad. :: JAVIER FERGO
Jerez

Las guarderías, al borde del abismo

Si no reciben pronto las transferencias pendientes, abrirán en el mes de septiembre pero no atenderán a los menores Los impagos de la Junta tienen a los centros jerezanos en números rojos

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Mientras que en el patio todo es alegría, alguna caída y canciones infantiles, en los despachos los rostros pierden la sonrisa. Las guarderías jerezanas están atravesando este verano una de las situaciones más complicadas en mucho tiempo por culpa de los impagos de la Junta de Andalucía, que les adeuda las transferencias correspondientes a la mitad de mayo y el mes de junio al completo.

En la única guardería de Guadalcacín, Perezoso, sus dueñas no paran de hacer cuentas para sacar adelante el centro. «Estamos en números rojos. Los retrasos nos suponen dificultades para pagar a los trabajadores, no pagar la hipoteca ni el comedor», contaron Gemma García y Fátima Arcos. El dinero de los sueldos de sus tres empleadas ha salido de sus hogares y no de la cuenta de la guardería, que está bajo mínimos. «Pero nosotros tenemos que pagar sin falta el IVA, los impuestos de la plantilla y el autónomo porque si no, nos embargan», insistieron. «Y lo único que nos dicen es que seamos comprensivos, que no hay dinero», dicen con sorna.

Este centro, que lleva abierto tres años, atiende a 41 alumnos de los que el 75% está subvencionado casi en su totalidad. O sea, que la mayoría de las familias paga 52 euros al mes de una plaza cuyo coste real es de 278 euros. La diferencia de todas las subvenciones es lo que paga la junta mensualmente -a mes terminado- a los centros infantiles- Así las cosas, esta guardería hará lo mismo que en el resto de Andalucía si el 1 de septiembre no han cobrado los atrasos pendientes: «Abriremos el centro pero no podremos atender a ningún niño», aseguraron las propietarias de Perezoso.

Las familias

«Los padres de los niños no se creen que podamos llegar a este extremo, que es algo pasajero», contaron las profesoras, que piensan que las familias no se darán cuenta de la gravedad hasta que los peores temores se cumplan en septiembre.

«Lo peor es que no se nos da una solución sino que se limitan a decirnos que no hay dinero y ya está. Si esas cantidades estaban presupuestas, ¿dónde están ahora?», se preguntan apenas 24 horas antes de marcharse a Sevilla a sumarse a la manifestación convocada para hoy a las puertas de la Consejería de Educación.

Tampoco comprenden que la nueva normativa -por la que las guarderías dependen ahora de Educación cuando antes pertenecían a Bienestar Social- no permita tener plazas privadas y que «hayan concertado más plazas que no pueden pagar», dijeron Fátima y Gemma. Y eso al margen de la acuciante necesidad de pupitres en los centros infantiles. «Ellos nos ponen una serie de requisitos que hay que cumplir a pies juntillas y el último pago que hicieron fue el 20 de julio correspondiente solamente a la mitad de mayo», detallaron.

Los centros, los perjudicados

La situación tampoco es fácil para centros consolidados como La Tortuga. Con 123 alumnos, esta guardería no ha tenido aún problemas para pagar a sus 14 trabajadores pero no saben qué pasará si los impagos de la administración se prolongan. «Es la primera vez que nos ocurre algo así desde que abrimos en 2006», contó su directora, Ángel García. «Cuando estábamos gestionadas por Bienestar Social, existía una conciencia de que esto era un servicio a la sociedad, una ayuda para los padres», continuó.

Según entienden desde esta guardería, el sistema no es el adecuado porque son los centros los que resultan perjudicados cuando hay algún problema, como es el caso. «Las subvenciones se conceden a los niños según las circunstancias de cada familia y no al centro» pero, sin embargo, el dinero se transfiere a las guarderías. Así, con los impagos son las guarderías las que resultan afectadas y no las familias, que son en realidad las beneficiarias de las ayudas. «Si los padres fueran conscientes de esto, se unirían a nosotros», dijo convencida la directora. «Parece que no cobramos nosotros cuando es a los padres a los que no les pagan la subvención», insistió. Para intentar salvar el bache, «tenemos una restricción de gastos tremenda».