Rupert Murdoch, tras entrevistarse con los padres de la niña Milly Dowler. :: AP
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La primavera tardía en Fleet Street

El escándalo de las escuchas compromete el negocio y la influencia política de Rupert MurdochEl magnate ha tenido que renunciar a la expansión televisiva y a dos muy estrechos colaboradores e incluso su hijo sale dañado

LONDRES. Actualizado: Guardar
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No hay manifestantes acampados en Trafalgar Square pidiendo un cambio de régimen y el dominio de Rupert Murdoch sobre la política británica depende de la voluntad de los lectores ante un quiosco de prensa o al apretar su mando a distancia, pero lo ocurrido en las últimas semanas trajo a Londres ecos de la primavera árabe.

En tres semanas, News International, que aspiraba a culminar un proyecto de integración de su negocio europeo, adquiriendo el resto de las acciones del canal BSkyB para fundir sus operaciones con las de Sky en Italia o Alemania, ha renunciado a esta operación de compra y es una empresa a la deriva.

En la trama urbana de Londres, donde de oeste a este se van sucediendo los grandes poderes, la calle Fleet Street, que acogía las sedes de los grandes periódicos, une los tribunales de Justicia con el inicio de la City financiera. Rupert Murdoch acabó con ella en tiempos de Margaret Thatcher.

Los ordenadores abarataron en los años 80 la tecnología de edición y en la prensa británica se habían extendido prácticas corruptas. Los sindicatos de impresores protegían a los empleados de los talleres en un sistema que estipulaba de manera minuciosa cada minúscula tarea que cada uno podía hacer en exclusiva y que fomentaba el absentismo.

Hasta entonces, el australiano Murdoch había introducido en Fleet Street un periodismo más estridente y la dieta diaria de la chica en 'top-less' en la página 3 de 'The Sun'. El diario fue estandarte del capitalismo popular de aquella época, un reflejo del espíritu meritocrático de su dueño, que se identificaba con la ideología de la hija de tendero que gobernaba el país.

La batalla de Wapping, en 1986, que, junto con la huelga de los mineros, marcó la derrota de los sindicatos en la era del 'thatcherismo', acabó con las uniones de impresores y con Fleet Street. El patrón australiano les dejó insistir en sus imposibles demandas hasta que un día anunció que a partir del día siguiente sus periódicos se imprimirían en una nueva planta construida en el este de la ciudad, en Wapping.

Luego, Murdoch se adelantó a los planes de BSB, un conglomerado de empresas del poder tradicional británico (entre ellos, Pearson, la propietaria del 'Financial Times'), y distribuyó una antena para la recepción de sus canales por satélite que, a pesar de tener enormes pérdidas, obligó a los rivales del 'establishment' a una fusión que salvase a ambos de la ruina. La empresa resultante, BSkyB, ya no emitiría ópera, como querían los tradicionalistas, pero lograr los derechos del fútbol les dio grandes beneficios para endulzar su pena.

Un periodista de la cuadra de Murdoch, Andrew Morton, fue en 1990 el vehículo elegido por Diana de Gales para anunciar al mundo la mentira que se ocultaba tras las fotos almibaradas de la familia real, y fue también un director de 'The Sunday Times', Andrew Neil, a quien, como a su patrón, no le interesaban los títulos honoríficos que se dan a gente en su posición, quien publicó un serial con capítulos del libro de Morton, dando a la historia la reverberación que sacude a la monarquía hasta nuestros días.

Íntima de la política

Grandes historias, grandes ventas, grandes negocios. Y además la Prensa siempre ha sido íntima con la política. 'The Sun' proclamó que había ganado las elecciones de 1992 al pedir a sus electores que apagasen la luz antes de marcharse del país si el laborista Neil Kinnock ganaba a John Major y 'The Sun' pidió el voto para Tony Blair cada vez que se presentó.

Ahora, los periódicos de Murdoch corean a David Cameron porque el patrón australiano siempre ha apoyado, tanto en su país de origen como en Reino Unido, al partido más popular, el que está en el Gobierno, porque lo que da dinero a News International es la televisión, un área que depende de la regulación gubernamental.

Periódicos que en este momento no producen grandes beneficios a la compañía pero que dan influencia política para lograr lo que se quiere en televisión -el sistema audiovisual británico, marcado por la BBC, incluso dicta la imparcialidad a los propietarios, a quienes impide expresar opiniones editoriales- han originado la renuncia a su expansión en BSkyB y una serie de calamidades. El escándalo en torno a las escuchas ilegales ha provocado ya dos dimisiones importantes, la de Les Hinton, antes mano derecha de Murdoch en la gestión de los diarios británicos y que ahora se encargaba del 'Wall Street Journal' y la agencia Dow Jones, y de Rebekah Brooks, que había pasado de la prensa de alcantarilla a tejer la influencia del grupo mediático ante el poder político de Londres.

James Murdoch, el hijo destinado a suceder a Rupert, que ya tiene ochenta años y ha cometido errores garrafales en operaciones recientes, sale muy dañado. Y la crisis en el poder dinástico de este conglomerado sacude a la Policía y a la política británicas, que se han sumado rápidamente a la banca y a las finanzas para dejar en la sociedad de Reino Unido el desagradable aroma de una gran corrupción.