Opinion

Incertidumbre italiana

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Es la segunda vez en esta etapa democrática que en el PSOE se separa el liderazgo del partido -la secretaría general- del cartel electoral -la candidatura a la presidencia del Gobierno-. La primera vez fue en abril de 1998, cuando en unas elecciones primarias José Borrell se impuso al entonces secretario general Joaquín Almunia como candidato a las elecciones del 2000, y la experiencia fue muy negativa. La situación actual no es del todo idéntica a aquella ya que el secretario general es ahora presidente del Gobierno y además ha anunciado su retirada de la primera línea pero la duplicidad de liderazgos y de mensajes es una anomalía que no favorece ni a la formación que la mantiene ni a la estabilidad política general. Tras el discurso del sábado, Ferraz ha tenido ya que salir a la palestra para negar lo que parecía evidente: que el candidato había lanzado una verdadera enmienda a la totalidad de la política de Zapatero, de la que paradójicamente él también había sido relevante partícipe. Rubalcaba podrá probablemente argumentar que, en materia de economía, cada tiempo tiene su afán y lo que él se propone hacer si gana las elecciones es gestionar la recuperación y no, como durante la mayor parte de la legislatura, luchar por la estabilidad mediante un gigantesco ajuste; sin embargo, todas las demás propuestas reformistas, más regeneracionistas que izquierdistas, son poco creíbles porque siempre se le podrá echar en cara que, habiendo tenido ocasión de implementarlas durante sus dilatadas estancias en el gobierno, no lo haya hecho hasta ahora. Así las cosas, parece cada vez más claro que el tiempo apremia, que el chirrido de la bicefalia puede agravar todavía más la decadencia agónica de la legislatura, que no es posible ya imaginar siquiera que esta provisionalidad dure más de lo indispensable. Primero, porque el país está ya reclamando con claridad un cambio radical de expectativas; y, segundo, porque el efecto vitalizador que puede tener para el PSOE la irrupción del candidato desaparecería y podría llegar a invertirse si no se entendiera que la perentoriedad y la gravedad de los problemas exigen terapias urgentes basadas en una inaplazable renovación de equipos y de ideas.

Hoy se reúne el Eurogrupo y mañana el Ecofin para ultimar el rescate de Grecia, pero ayer, inesperadamente, el jefe del Consejo Europeo, Van Rompuy, convocaba para primera hora de hoy una reunión de funcionarios europeos a la que acudirán los presidentes del BCE, del Eurogrupo, de la Comisión y el comisario de Asuntos Económicos en la que se discutirá, además de la cuestión griega, la creciente presión de los mercados sobre Italia. Italia, cuyos ratings podrían ser revisados a la baja dado su bajo crecimiento y su elevadísima deuda pública (más del 120%), está en el punto de mira de los inversores por las dudas de que sus bancos superen las pruebas de esfuerzo y por el escándalo de corrupción en que se halla envuelto su ministro de Finanzas, Tremonti. En realidad, todo indica que los especuladores, que ya han hundido a tres países periféricos y de momento han fracasado con España, intentarán ahora el acoso al último de los 'pigs', Italia. Como con España, Italia no es 'rescatable' y el fracaso de su economía hundiría al euro. De donde se deduce que Alemania y Francia tendrían que acelerar el camino hacia el eurobono, la medida de solidaridad que solucionaría todos los problemas.