Editorial

Obama en clave interna

El presidente opta por no arriesgar en sus propuestas frente a la 'primavera árabe'

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El tan esperado discurso del presidente Obama sobre los cambios en curso en Oriente Medio y África del Norte debe ser básicamente entendido en clave política interna norteamericana, y es en realidad inseparable del ambiente de euforia y renovada moral creado por la operación que permitió matar a Bin Laden y obtener un éxito sin precedentes en la lucha antiterrorista. De hecho parecen haber sido sus asesores electorales quienes han visto la oportunidad y se han puesto manos a la obra sin recibir críticas: la tradición acepta que cuanto haga un presidente en el tercer año de su primer mandato tenga que ver con su reelección. Con estas limitaciones y estos objetivos, el mensaje tenía que ser forzosamente general, de contenido moral, con un sentido y explícito apoyo al cambio prodemocrático, que hasta relacionó con algunos episodios de la revolución americana. Recordó en esos momentos a su importante discurso de junio de 2009 en El Cairo que prefiguró tal apoyo sin reservas al cambio. Hubo, además, un compromiso bastante concreto de respaldo económico al proceso en marcha y una hábil argumentación de que tal cosa, tanto en lo político como en lo comercial, convienen en grado sumo a la política exterior de los Estados Unidos y la defensa bien entendida de sus intereses. Faltó un plan concreto para terminar el conflicto palestino-israelí y lo dicho sobre el particular fue rutinario y decepcionante para los árabes, aunque reconoció que el estado palestino deberá basarse en las fronteras del 67. Ni un riesgo electoral más y el anuncio de que su gobierno no apoyará el plan palestino de obtener la proclamación jurídica de su Estado cuando en septiembre los palestinos la pidan a la Asamble General de la ONU en septiembre. Con todo, la posición norteamericana con un veto a una decisión que tendrá un masivo respaldo mundial, será muy incómoda. Está claro que el gran cambio sobre Palestina se queda para las manos libres de un presidente en su segundo mandato, cuando no le preocupe la reelección.