FREDDY Y RAFA

Son dos personajes muy distintos: el primero es alto, moreno y con unas condiciones atléticas inmejorables. El segundo es más delgadito, está 'malhecho' como le dijeron cariñosamente cuando jugaba en el Real Madrid y también era un verdadero atleta subiendo la banda. El primero es delantero, si hace falta juega de centrocampista y baja a defender los córners como un zaguero más. El segundo empezó jugando de defensa izquierdo y acabó de centrocampista. Y si hubiese hecho falta se sumaba al ataque para rematar los córners como un delantero más. Nunca han compartido ni compartirán camiseta, ni sentimiento futbolístico. Pero hay algo que les une: ambos son los mejores futbolistas de la historia en sus respectivos equipos.

El primero, Freddy, llevó a su club a la senda de los títulos, a reencontrarse con una gloria que parecía imposible. Fue capaz de marcar en todas la finales ganadas por los suyos. Se ha convertido en una especie de mito deportivo y la trascendencia de su espigada figura cuya traspasa los límites de lo estrictamente deportivo. Un ídolo capaz de marcar goles en el campo y de meterle los goles que puede a la pobreza en el mundo. Incluso ha creado una fundación benéfica que lleva su nombre.

El segundo, Rafa, ha devuelto, desde la humildad y pese a los contratiempos económicos, a su equipo de toda la vida a la élite del fútbol español. En su caso, no se ha convertido en un mito deportivo porque ya lo fue, pero ha sido capaz de comandar desde la presidencia un proyecto abocado al fracaso tras la desastrosa e interminable gestión del mandamal anterior. En el 93 devolvió a los suyos a Primera en el campo y ahora lo ha hecho aportando cordura desde los despachos.

El domingo fueron felices, hicieron felices a su gente, recibieron el reconocimiento de su gente y probablemente se despidieron de su gente.

Y lo más importante. Ayer, hoy y siempre han sabido disfrutar de sus triunfos deportivos sin aspavientos y sin hacer daño al contrario.