MILENIO

LOADOS SEAN LOS CIELOS

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Llegaron los nuevos y jóvenes airados contra el burocratizado sistema democrático para proclamar el profundo malestar de una generación (varias, en realidad) ante una forma de interpretar unas libertades periclitadas e impotentes ante el hastío de muchos, la impaciencia de otros y el acecho armado de la vieja imagen del totalitarismo. Mientras, los arcángeles trovadores del conservadurismo izquierdista de tan largo alcance, que ya soban los cuerpos ideológicos de la izquierda histórica, se disputan entre ellos el timón de mando y la interpretación del futuro. Marx hoy es una caricatura sentimental y el liberalismo el recuerdo de un dudoso sendero de simples libertades formales y apergaminadas.

Y se han rebelado estas nuevas generaciones. Loados sean los cielos. Ante la impotencia y la asfixia de las contradicciones de los partidos democráticos, hay que consignar que en Andalucía, entre tanto sol y tendencias a vivir a cuerpo, los futuros líderes y mandatarios públicos de un futuro que ha perdido el guión de la historia confunden el oriente con el este y la resignación con la paciencia. Y tenía que suceder. Todos a cuerpo y a conquistar la calle. Los teóricos de la ciencia política y los ciclos históricos están anulados por ellos mismos. El Mayo francés no sirvió de gran cosa, contemplado hoy históricamente. Esperemos que este movimiento que surge desde la base social tenga más fortuna.

Andalucía puede ser tierra de promisión: tenemos grandes yacimientos de paciencia histórica, una resignación que cada día es más dolorosa y un paraíso que nos envuelve. Pero los ejecutivos políticos oyen fatal y ven menos que un toro de lidia. Todo ello posibilita que vuelvan al ruedo de la vida ilustres perdedores del pasado, como un Álvarez Cascos que no cesa de buscar un rincón en el cual sentirse protagonista.

Así las cosas, unos y otros, conservadores y progresistas, se sienten aludidos por la muchachada de 'Democracia real, ya', y piensan que forman parte de su electorado. Desde los sufridos de la izquierda real y proletaria, pasando por los conversadores y los asimilistas, todos ellos se sienten cercanos a las protestas de estos parientes más o menos lejanos de los movimientos de aquella Europa que adivinó con varias décadas de anticipación la caída de los grilletes del marxismo devorado por la burocracia y las contradicciones de un centrismo de cucurucho de papel. Venga, suerte para todos.