Álvaro Domecq, junto al articulista Rafael Lorente. :: L. V.
Jerez

Académico y pregonero

En apenas dos semanas hemos visto a Álvaro Domecq Romero enfrentarse a dos atriles

JEREZ. Actualizado: Guardar
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En apenas dos semanas hemos visto al enrazado jinete enfrentarse a dos atriles, los que a pesar de sus diferentes encastes, los ha sabido poner en suerte y llevarlos con el corazón y el arte que le caracteriza: despacio como cuando se torea, despacio como se doma, despacio como se ama...

Tras la brillante presentación hecha por el Doctor Francisco Fernández García Figueras, quien recorrió con minuciosidad su trayectoria personal y artística, Álvaro Domecq Romero llevó a cabo su ingreso en la Real Academia de San Dionisio, con un discurso en el que describió detalladamente el arte de la doma ecuestre, arte en el que nació y ha vivido inmerso. También habló de su formación en las diferentes escuelas de Portugal o Viena, para cuyos profesores tuvo palabras de elogio y agradecimiento, por lo mucho que le enseñaron y el trato que le dispensaron. Cosa que igualmente hizo y tuvo un recuerdo para con los países que ha visitado, sus representantes y las autoridades que ha conocido.

En su recorrido por el arte ecuestre, se trasladó a la antigüedad describiendo la alta época y el Medievo y en ella, a los primeros jinetes de los que se tienen noticias, los que ilustrados con diapositivas fuimos conociendo y apreciando sus valores y la trascendencia que han tenido los conocimientos que dejaron entorno a la doma y a la equitación. Más tarde fueron brotando los primeros recuerdos de su progenitor y de Espléndida, los caballos que montó, y el tiempo que de niño pasó en el Ayuntamiento cuando tras salir del colegio esperaba a su padre en el Consistorio para irse con él a los Alburejos.

Apasionantes fueron las memorias de garrochista y el cariño que conserva a la familia Ojeda, transmitiendo la emoción que siente hacia la persona que más le enseñó sobre la garrocha y el acoso y derribo. Se refería a Casimiro, al que su padre se trajera de una finca sevillana, porque al verlo en una linde, desarrapado y con barba, le preguntó: «Casimiro, ¿dónde vives?». «En aquel chozo de allí, Don Álvaro». «Pues prepara tus cosas que mañana te mando un camión para recogerte». Desde aquel día, han sido tres las generaciones que, fieles a la casa, han permanecido con la familia Domecq en los Alburejos. Luego vino su larga vida de torero a caballo por todas las plazas del mundo, los compañeros que tuvo en el rejoneo, acordándose especialmente de los rejoneadores lusos, que ya desde niño tanto le enseñaron y de mayor compartieron cientos de tardes triunfales con él, inclusive, la de el día de su despedida en Jerez.

Motivos

Razones sobradas ha tenido la egregia institución para incluir al caballero entre sus miembros, porque el renombrado rejoneador, ganadero y empresario bodeguero ha rematado su vida artística con la creación de la Real Escuela de Arte Ecuestre. Emblemático organismo cuya categoría es hoy referencia internacional de Jerez y del mundo del caballo, la que ha servido para darle el espaldarazo definitivo a la raza española, con ejemplares cuya doma han dado numerosos títulos en concursos de doma clásica; incluso en las Olimpiadas.

Ni que decir tiene que su intervención fue largamente aplaudida, así como igual de emocionante su toma de credenciales y nombramiento como Académico de Número de la de San Dionisio.

Arduo ha debido de ser el trabajo literario llevado a cabo por nuestro jerezano amigo, para que en el escaso espacio de 11 días haya podido ponerse frente a estos dos atriles y, aunque ya sabemos que al valeroso jinete no hay puerta de arrastre que le arredre, ni el respeto a estas dos plazas le han impedido cortar orejas.

Tras un minuto de silencio, por el malogrado ganadero Juan Pedro Domecq Solís, oímos una lucidísima presentación del acto, organizado estupendamente por la tertulia Los Trece, a cargo del abogado y taurino Jesús Rodríguez. Acto seguido intervino Álvaro Ojeda, quien tuvo la responsabilidad de hacer la presentación del pregonero, relatando orgulloso los recuerdos camperos tenidos con Alvarito desde la juventud: sus travesuras y peripecias por las vastas dehesas en torno a la laguna de La Janda, en los que hubo referencias a sus mayores y hasta para el cura que recorría las diferentes fincas.

Como era de esperar, Alvarito respondió agradecido a todos, especialmente a la tertulia Los Trece por haberlo elegido pregonero en fecha tan señalada como es el XXV Aniversario. Tras estos prolegómenos, hizo un somero pero sentido recorrido por su vida como rejoneador, recordando a los mejores; de nuevo en esta ocasión volvió a citar a los portugueses.

Lanzamiento

Sus primeras corridas en Ronda, en la Monumental de Barcelona, y su posterior y definitivo lanzamiento como rejoneador profesional, al que vimos en muchas ocasiones cortar orejas y rabos e incluso matar 'pie en tierra'. Porque, indudablemente, Álvaro Domecq Romero llegó a ser con diferencia el mejor torero a caballo de su tiempo, el que por sus características técnicas, valor y concepción de este arte marcó una época.

Pasó tras ello a contar el arte de Cúchares, retrotrayéndose a donde le alcanzó la memoria, describiendo las características y peculiaridades de los extraordinarios toreros que conoció. Hizo primero un poco de historia con Castillares, Pedro Romero y Pepehillo, para recordar al chiclanero Paquiro. Después destacó la época de oro del toreo con Joselito y Juan Belmonte, pasando a nuestra era con Domingo Ortega, Manolete y Arruza.

Toreros

Continuó con los Aparicio, Litri y Luis Miguel. De Antonio Ordóñez dijo ser el torero más poderoso y completo que hubiera visto, el mejor en todas las suertes, el que por su empaque y extraordinaria figura, componía verdaderos carteles de toro. Con Domingo Ortega, César Girón, Manolo González, El Viti, los Vázquez, Bienvenida, Puerta y Camino cerró un periodo, para abrir el de Curro Romero y Rafael de Paula; torero en los que se paró y se deshizo en elogios. En Curro por su despaciosidad y torería. Y en nuestro gran Rafael de Paula por la especial concepción gitana de su toreo. Ese toreo con el que los demás sueñan y que, como un elegido, solo tuvo Paula el privilegio de ejecutar y hacer sentir, dándole carácter de perpetua ensoñación. Torero en cuyas tardes de gloria nadie pudo contemplar sin evitar la conmoción.

Luego vinieron más anécdotas y andanzas, que entorno al toro escuchamos con verdadera delectación, sobre todo, aquellas en las que ha sido privilegiado espectador, tanto de tentaderos con los mejores toreros, como de reuniones de experimentados ganaderos.

Describió con conocimiento y precisión, divisas y encastes, así como las virtudes y excelencias del toro ideal: bravura, casta, raza, transmisión, codicia, movilidad... El toro de Jerez, Sevilla, Madrid, Bilbao. Luego ensalzó nuestra feria, los carteles, el ganado, reparando en toreros como el Juli, Manzanares, Morante o José Tomás.

Se despidió de esta emotiva cita nombrando de nuevo a su primo Juan Pedro, así como a otros miembros de su familia que ya no están, con los que deseó se encontrara reunido.

Un pregón para el recuerdo el de Álvaro Domecq Romero, que como tantos otros esperamos sea publicado, pues merece la pena ser releído y conservado.

Cerró el acto la delegada de Cultura, María Dolores Barroso, quien, como es habitual en ella, fue el colofón perfecto, agradeciendo a la tertulia Los Trece la organización, a González Byass su colaboración y al académico y pregonero su hermoso canto a nuestra Fiesta.