DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

TIEMPOS REVUELTOSSOBRESALTOS DE SEMANA SANTA

Aquella modificación de la Carrera Oficial se hizo por intereses políticos... E infantilesLa Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados

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Hoy concluye la Semana Santa más lluviosa en décadas. Una auténtica lástima no ya solo por los cofrades de las distintas hermandades que se han quedado sin poder salir, que también, sino por el revés económico que deben haber sufrido muchos de los que habían puesto sus esperanzas en poder hacerle un regate a la crisis durante estos días. Pienso especialmente en esas familias que, sin tenerlos, se han gastado 200 euros en la licencia de un carrito de chucherías y otro puñado de billetes en unas gominolas, chocolatinas y caramelos que, muy probablemente, no habrán podido vender. Pienso en los bares que han llenado hasta arriba sus neveras para ver como la lluvia les aguaba la fiesta. Pienso en toda una ciudad como Jerez tan necesitada de un impulso económico que se ha visto diezmado por culpa de unas borrascas amenazantes que han sembrado de incertidumbre y lágrimas toda la Semana Santa. Y también pienso en los cofrades que no han podido hacer realidad su ilusión de ver procesionar a sus sagrados titulares, aunque bien es cierto que ellos tendrán el año que viene una nueva oportunidad, y no estoy seguro de que algunos de los antes mencionados vayan a poder disfrutarla también.

A modo de balance se podría decir que la Semana Santa de Jerez ha tenido dos grandes protagonistas. El primero de ellos es El Cristo, que el Viernes Santo fue la única hermandad que desafió los pronósticos del tiempo y, además, acertó. Todo el Jerez cofrade acompañó a la hermandad de San Telmo en una estación de penitencia que se recordará para siempre en su particular historia, y en la que nuevamente, como no podía ser de otra forma, estuvo presente el recuerdo constante de Nono Merino.

Como segundo protagonista de estos días podríamos elegir, en nombre de todo un sector, a José Antonio Maldonado, Paco Montesdeoca o Julio Marvizón. Dudo que en Jerez haya habido ningún otro periodo en el que se hayan consultado tantos partes meteorológicos en tan corto espacio de tiempo. Además, hemos podido descubrir el extraordinario conocimiento que tienen sobre la meteorología algunos, que te hablaban de las Azores como si fuese la plaza del Arenal. Me ha recordado a la época en la que Fernando Alonso comenzó a despuntar, que todo el mundo en España sabía de Fórmula 1. Pues igual, pero con isobaras, cirros y presión atmosférica. Habrá que esperar al año que viene y confiar en que, de una vez por todas, tengamos una Semana Santa sin sorpresas desagradables. Aunque ya de por sí la edición de 2012 puede venir con un sobresalto curioso.

Llama profundamente la atención, al menos a quien firma este artículo, la volatilidad de las decisiones de la Unión de Hermandades sobre el recorrido de la Carrera Oficial. Estos días he asistido con verdadero asombro al debate sobre la recuperación del antiguo camino que tomaban las cofradías para llegar a la Catedral. El que transcurre por la calle Consistorio, plaza de la Asunción, calle José Luis Díez y calle Cruces. El que muchos, aunque no los suficientes -sobre todo entre los hermanos mayores- defendieron en su momento como el más bello, estético y digno para nuestras hermandades.

Tengo que decir que me gusta Manolo Muñoz Natera como presidente de la Unión de Hermandades. Y me gusta porque es un tío valiente, sin pelos en la lengua, que no deja indiferente a nadie. Se le puede acusar de casi todo menos de mediocre, y esas son las personas que yo quiero al frente de las instituciones. Por eso, porque no se las calla, Natera debería explicar muy bien los motivos que les han hecho cambiar de opinión en tan poco tiempo. Con luz y taquígrafos.

De lo contrario, hay quien pudiera pensar que aquella importante y polémica modificación en la Carrera Oficial se hizo motivada sobre todo por intereses políticos. Y, además, por intereses políticos auténticamente infantiles. Para que la Carrera Oficial pasase por la puerta de la GMU -gobernada en aquel entonces como si de un Ayuntamiento paralelo se tratase por Pedro Pacheco- y no por la del Consistorio, donde residía la cuota de poder de la alcaldesa Pilar Sánchez.

Está bien apechugar con los errores y reconocerlos, pero también hay que explicarlos. La Semana Santa de Jerez se lo merece. Sobre todo para que dentro de cinco años no venga nadie otra vez a cambiar de sitio las cosas que están bien puestas.