Los individuos imponen al cliente con cierta prisa que sustituya cualquier anomalía que ellos supuestamente hayan podido detectar. :: LA VOZ
Jerez

Vuelve la estafa de la revisión del gas

Buscan un perfil «confiado» de víctimas, y con métodos poco ortodoxos cobran hasta 300 euros por cambiar las gomas del butano Varios consumidores han denunciado cobros abusivos de supuestos técnicos en Conil y Benalup

CONIL. Actualizado: Guardar
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Es como el timo de la estampita, que todo el mundo lo conoce pero sigue habiendo gente que 'traga'. Las revisiones del gas fraudulentas, o cuando menos abusivas en precio y formas, siguen a la orden del día en la provincia.

El último episodio se ha producido hace unas semanas en las localidades de Conil y Benalup. Hasta viviendas antiguas del casco histórico, habitadas por un perfil de cliente siempre coincidente, personas mayores y confiadas, que desconocen el funcionamiento de la normativa y no tienen la agilidad suficiente para parar los pies a los presuntos estafadores, se desplazaron unos supuestos técnicos de una empresa autorizada legalmente.

El problema surge cuando ese personal, vestido con monos de trabajo oficiales y acreditados al parecer de manera correcta, se persona en las viviendas para revisar la instalación del butano y la cocina sin que sus propietarios hayan solicitado tal revisión.

Una vez dentro de la vivienda, no cometen a priori ninguna actividad ilegal; lo irregular de su comportamiento radica en los métodos y las prisas que imponen a sus clientes para que sustituyan cualquier anomalía que ellos dicen haber detectado en la instalación.

«Los dos chicos se sentaron en mi cocina y dijeron que olía mucho a gas. Me enseñaron las gomas de la bombona, que dijeron que estaban caducadas y que había que cambiarlas urgentemente. Cuando me di cuenta había pagado 262 euros por dos gomas y cinco minutos de trabajo».

Así lo narraba a este medio hace unos días una de las afectadas de esta práctica abusiva en la provincia, que prefiere mantenerse en el anonimato. Esta ciudadana alemana de 59 años, que pese a dominar perfectamente el castellano y llevar un cuarto de siglo viviendo en Conil, tuvo que pagar tal cantidad por una reparación mínima, asegura sentirse engañada.

Pero esta ama de casa no ha sido la única timada. Los técnicos que llamaron a su puerta fueron los mismos que también visitaron a varias vecinas. «A algunas les cobraron 60 euros, a otras 120 euros; se ve que a mí por ser extranjera me pidieron más dinero», lamenta.

El modus operandi de estos operarios de empresas autorizadas deja mucho que desear, según explican a LA VOZ responsables de distintas organizaciones de consumidores y usuarios de la provincia, que están acostumbrados a recibir denuncias por comportamientos irregulares y estafas en este sector.

El abuso está, precisamente, en que la revisión de las conducciones del gas butano puede realizarla aquella empresa que elija el usuario, y en que no es obligatorio hacerlo con el primero que se presenta en casa. Además, y aunque son firmas convenientemente autorizadas para ello en la mayoría de casos, la matriz, Repsol, se desvincula siempre que aparecen problemas. Están hartos de explicar que no tienen nada que ver con estos comportamientos abusivos.

Sea como fuere, el supuesto fraude se queda en ocasiones en un abuso de la buena fe de los consumidores, como en aquellos talleres de automóvil en los que finalmente la factura de la reparación se dispara sin que el cliente sepa por qué, ni reciba las oportunas y convincentes explicaciones.

En las últimas semanas se han contabilizado al menos media docena de reclamaciones de consumidores, por ejemplo, en la Oficina Municipal de Información al Consumidor de Conil.

Reclamaciones

Pero aún son muchos los afectados que ni siquiera acuden a presentar una queja formal, la mayoría por «la vergüenza que sienten al saber que han sido engañados».

«Yo firmé sin mirar lo que ponía en el papel, y cuando lo hice me di cuenta de que lo ponía en la factura no tenía nada que ver con lo que habían hecho en mi casa; se aprovecharon de que tenía prisa, mi marido se puso nervioso y pedí a mi hijo que les pagara con tarjeta», explican los estafados.

Por ello, y aunque en algún caso la supuesta víctima ha acudido incluso a presentar una denuncia formal por estafa a la Guardia Civil, la historia suele quedar en una pataleta momentánea.

Solo los más osados acuden a la sede física de la empresa para que la que trabajaban los técnicos instaladores de la revisión, a recuperar su dinero. Y a veces tienen suerte. «Cuando las empresas atienden las reclamaciones el expediente se paraliza», aseguran las organizaciones de consumidores gaditanas.