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Europa del Este servía con Bush

Unos pocos países, como Polonia y Bulgaria, se unen a la coalición con escasa aportación militar y sin entusiasmo

VARSOVIA. Actualizado: Guardar
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Los países de Europa central y oriental no se han incorporado mayoritariamente a la coalición internacional contra el régimen de Gadafi. Polonia y Chequia, que encabezaron el grupo de naciones poscomunistas en Irak, han manifestado escaso interés por la operación. Varsovia, que se enfrenta a una población hostil a la guerra y mantiene importantes intereses en el sector del gas libio, se opuso a la intervención militar, y solo cedió tras las presiones de los principales líderes de la coalición. Praga comunicó su apoyo a la ofensiva, pero aclaró que no se sumará salvo que el dictador utilice armas químicas o bacteriológicas. En general, los políticos, con la notable excepción del expresidente de Checoslovaquia y Chequia, Václav Havel, y los expertos militares descartaron la participación de las fuerzas armadas checas.

Los dirigentes polacos y checos se encontraban más cómodos cuando George W. Bush era presidente de EE UU, porque el exinquilino de la Casa Blanca consideraba a la antigua Europa comunista una pieza clave frente a Rusia y el terrorismo internacional. Bush quiso instalar un escudo antimisiles en ambos países, lo que desató la ira de Moscú y la preocupación en algunas cancillerías europeas. La victoria de Obama trastocó los planes de la Administración republicana.

Obama paralizó el escudo antimisiles e impulsó una estrategia de diálogo con Rusia, el mundo islámico y las potencias emergentes que, objetivamente, colocó a Europa del Este en segundo plano. Un grupo de exdirigentes de diversas tendencias, como los expresidentes de Polonia, Aleksander Kwasniewski y Lech Walesa, y los de Chequia y Rumanía, Václav Havel y Emil Constantinescu, enviaron una carta al mandatario norteamericano en la que lo acusaban de haber abandonado la Europa poscomunista a los delirios imperiales del Kremlin. «EE UU se ha alejado de Europa del Este y Europa del Este se siente muy lejos de Obama», apunta la investigadora polaca Beata Wojna. «La losa de Irak y Afganistán pesa sobre los dirigentes del Este, que se ven menospreciados por Washington, sobre todo Polonia y Chequia», señala el periodista polaco y experto en el Magreb Mariusz Borkowski. «París y Londres han presionado a Varsovia para que se incorpore a la coalición contra Gadafi, pero los resultados son escasos», agrega Borkowski.

Enfermeras en la memoria

Bulgaria, en palabras del primer ministro de centroderecha, Boiko Borisov, expresó su disposición a participar en la operación 'Amanecer de la odisea', quizá porque, como indica la radio pública del país, «en la mente de los búlgaros permanecen vivas las torturas que sufrieron en una cárcel libia cinco enfermeras búlgaras que, premeditadamente y sin pruebas, estaban acusadas de haber infectado de sida a 400 niños en un hospital de Bengasi».

El ministro de Defensa, Aniu Angelov, informó de que la próxima semana Sofía enviará la fragata 'Druzki'. El punto discordante lo puso Borisov al declarar que «la operación no tiene objetivos claros ni medios para lograrlos» y está guiada por «intereses petrolíferos».

En Rumanía, el Consejo Superior de Defensa decidió el envío de una fragata con 207 militares y el desbloqueo de 4,5 millones de euros para tres meses de operaciones, aunque el 68% de los rumanos no está de acuerdo. El jefe del Estado, el conservador Traian Basescu, la tachó la operación de «arriesgada».

En Hungría y Eslovaquia, los jefes de gobierno, Viktor Orban e Iveta Radicová, descartaron la participación aunque apoyaron la resolución de la ONU, postura que también defiende Eslovenia. Fuera del marco de la UE, el primer ministro albanés, Sali Berisha, manifestó su disposición a que su país se una a la coalición «en su misión a favor de la libertad, la paz y la estabilidad en el Mediterráneo». Kosovo y Croacia se pronunciaron en la misma línea, mientras que Serbia se opuso. Según el politólogo serbio George Vukadinovic, «la UE se ha empantanado en un conflicto que no podrá controlar». En Sarajevo, el gran mufti de los musulmanes de Bosnia, Mustafa Ceric, hizo un llamamiento internacional contra las operaciones militares en Libia.