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ANA ROSA

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Me parece que este nicho es el único lugar donde se ha defendido a Ana Rosa Quintana por el asunto de la esposa de Santiago del Valle. Eso sin duda habla mal del arriba firmante. A la conspicua reina de la mañana le han dicho de todo por aquello. Más todavía le ha caído cuando, el otro día, era llamada a declarar a un juzgado y salía del foro por una puerta distinta a la común. Por cierto que la declaración tenía por objeto el propio asunto del litigio, y su programa la aprovechaba, como es natural, para fidelizar a la audiencia. Bueno. La noticia es que, en medio del quilombo, el director de un periódico de Madrid se descolgaba con una petición de perdón a Ana Rosa. Repito: de perdón. Y la cosa es tan insólita que merece glosa. ¿Por qué se pedía perdón a la periodista? Porque el periódico había dicho que en el juzgado trataron a Ana Rosa «con un favoritismo especial», pero resulta que no, que esa salida por lugar discreto es algo perfectamente previsto si el abogado lo pide y la autoridad lo concede. Pero se decía más en ese acto de contrición; nada menos que esto: «Ana Rosa no es una delincuente sino una buena periodista». Y aquí es donde quería yo llegar, porque, después del asunto de Isabel García, señora de Del Valle, la mayor parte de la profesión y áreas aledañas ha enfocado las cosas de tal manera, que se diría que la culpable del asesinato de la niña Mari Luz, de las revueltas en el mundo musulmán y de la muerte de Manolete no es otra que Ana Rosa Quintana. Aquí, en nuestro mundillo, tenemos la mala costumbre de entrar en los huertos sin distinguir entre acequia y zanja ni entre nabos y puerros, y al final, llevados de una irracional vehemencia, terminamos montando unos carnavales donde ya no se sabe a qué disparamos. Uno puede evaluar mejor o peor ciertas maniobras para hacerse con una noticia, pero, mientras no se viole la ley, el sujeto es inocente. Y si lo que hay al otro lado es un crimen horrible, conviene recordar que el malo es el criminal y también quien le presta amparo. Es deplorable que haya que recordar estas cosas.