Los alumnos realizan sus horas de prácticas en el laboratorio. :: J.C.C.
Jerez

Los medidores de la salud ambiental

El ciclo formativo con menos demanda en La Granja es el que registra más inserción laboral de los alumnos La obligación de las empresas de realizar controles sanitarios periódicos ha creado un nuevo perfil profesional en auge

JEREZ. Actualizado: Guardar
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«Esto me lo acaban de pedir esta mañana». Sobre un recorte de papel, dos nombres propios y una indicación: desratización y desinsectación. Más abajo el contacto de la empresa interesada en contratar a dos ex alumnos del ciclo formativo de Salud Ambiental, uno de los que más salida laboral tiene actualmente en la provincia. Sólo en La Granja y en el Cornelio Balbo (Cádiz) se imparten estos conocimientos, que encuentran sus principales nichos de empleo en las empresas encargadas de los controles sanitarios.

Éstas son subcontratadas por otras del sector de la alimentación, piscinas, jardinería, hospitales, guarderías, ayuntamientos... se ven obligados a realizar una serie de controles periódicos para certificar que sus instalaciones y sus productos cumplen los requisitos sanitarios exigidos por la nueva legislación.

Especialización

Se trata de tareas específicas -desde el control de plagas hasta la medición de decibelios- que requieren una preparación muy concreta y la obtención de permisos por parte de la Consejería de Salud para manipular productos fitosanitarios, plaguicidas, raticidas, etc. «Como el carné DDD, que es para desratización, desinfección y desinsectación». Katia Pérez es una de las profesoras de este ciclo de grado superior que se imparte en el instituto La Granja, de Jerez, desde hace tres años. Su vicedirectora, Inmaculada Sánchez, asegura que pese a la alta inserción laboral que registra, son unos estudios muy poco demandados en el centro, donde coexisten los de la familia sanitaria -laboratorio y análisis clínico, farmacia y parafarmacia y cuidados auxiliares de enfermería- con los de la rama de Jardinería, Imagen y Sonido -imagen y realización de audiovisuales y laboratorio de imagen- y Construcción, centrado en el desarrollo y aplicaciones de proyectos. Un ámbito en el que le actividad empresarial ha caído en picado a cuenta de la crisis. Que por otro lado también ha sido una causa directa para el aumento en el número de matriculaciones en los ciclos. Algo que en La Granja, con unos 1.380 alumnos, lo han notado bastante, salvo con Salud Ambiental, que ya parece remontar el vuelo con veinticinco alumnos en el primer curso. En segundo sólo hay doce. «Muchos entran de rebote. Bien porque no han podido acceder al ciclo o a la carrera universitaria que querían, por falta de plazas o de nota». No es el caso de Daniel Díaz, que abandonó defraudado la carrera de Ciencias Ambientales. «No era lo que me esperaba. Me encontré con muchas matemáticas, física y química. Así que decidí cambiar». Y ha sido para bien. A punto de comenzar su periodo de prácticas en un centro de trabajo, la Azucarera del Ebro, realiza un balance positivo. «Hay que estudiar, pero las asignaturas son asequibles y en solo dos años aprendes un oficio». Vigilancia y control de la contaminación de alimentos, Análisis de agua de uso y consumo, Tratamiento de residuos sólidos, Contaminación atmosférica, Control de plagas...

Estas son algunas de las asignaturas específicas que se imparten en este ciclo formativo, que comparte otras con los demás de la rama sanitaria, como el abordaje del sector de la sanidad en Andalucía, Educación sanitaria y Prevención para la salud o Formación y Orientación Laboral, que es común a todos los ciclos formativos.