Puerta modernista de la Casa Mayol (San José, 34). :: B. POZUELO
EXTERIORES ROBADOS

PORTÓN MODERNISTA

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Qué late en la puerta hipnótica de la casa Mayol (San José, 34)? Escruta el paseante la mirada de ortóptero que acecha en el compartimento superior; la formación floral del lienzo central, disfrazada de pentagrama al viento; el sentimiento que insinúan los tiradores, melancólicas bolsas de ojos, si no duplicada satisfacción sonriente. Sí, sin duda es su animación: escapando a su condición de objeto, toma formas del mundo natural, asume rasgos de ser vivo, cobra mirada, expresa sentimientos.

La puerta es la tarjeta de presentación de la casa. El conjunto de puertas declara las edades que la ciudad ha transitado, las estéticas, los valores. Las puertas claveteadas, las isabelinas, las modernistas, nos despiertan el sueño de la grandeza atlántica del XVII y XVIII, del acomodo confortable del XIX, de las exposiciones universales y las revistas ilustradas del arranque del XX. Cádiz está perdiendo aceleradamente este patrimonio, víctima de derribos y reformas ciegas. Basta observar la cantidad de puertas irrepetibles que están esperando una intervención para ser arrojadas al vertedero (cuando no usurpadas). La ciudad pide a voces un Plan General para la conservación del patrimonio en que se basa su excelencia; un plan que ponga en marcha catalogaciones, formación, escuelas-taller, normativas. ¿Va a presentarse mejor ocasión que el Bicentenario? ¿Cuántas más pérdidas irreparables habrá que esperar?