Opinion

Reformas con acuerdos

La solidaridad con cuatro millones de parados exige un esfuerzo de consenso

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La presentación del Informe Económico 2010 dio ayer ocasión al presidente del Gobierno de explicar que, tras concluir el año habiendo cumplido el objetivo de consolidación fiscal exigido por la UE, el Ejecutivo se dispone a proseguir el capítulo de las reformas aún pendientes, que deberán llegar al Parlamento antes de marzo y ser debatidas antes del verano. Con tales reformas y otros «esfuerzos adicionales», Zapatero confía en que la economía española entre en una senda de crecimiento del 2% al 2,5% del 2011 al 2015. Aunque para Zapatero la falta de reformas es mucho peor que «la falta de acuerdos amplios» para lograrlas, el Gobierno no oculta su voluntad de consenso para emprender «uno de los procesos de modernización económica más importantes de todo el período democrático», que incluye la culminación de las reformas laboral y del sistema financiero así como la reforma de las pensiones, cuyo proyecto de ley será aprobado el 28 de enero. Como es conocido, los sindicatos y el Gobierno mantienen una interminable negociación sobre la reforma de las pensiones que ha durado todo el pasado fin de semana y que, aunque persisten las diferencias de fondo, arroja signos esperanzadores y se está ampliando a otros aspectos de la reforma laboral, en especial la negociación colectiva. A este fin, se ha invitado ya a la patronal, que llega con aires nuevos de la mano de Rosell, a sumarse a los debates. Y el ministro de Trabajo ha anunciado que iniciará los contactos con las restantes fuerzas políticas para reactivar el Pacto de Toledo a partir de las últimas conclusiones. El actual cambio de ciclo que estamos viviendo con gran zozobra recuerda inevitablemente la coyuntura de 1977, cuando se consiguieron los Pactos de la Moncloa que estabilizaron la economía y permitieron el gran desarrollo político ulterior. Hoy, la situación es mucho menos dramática y no requiere adhesiones y renuncias heroicas como las de entonces, pero la solución de la crisis se beneficiaría sin duda de los acuerdos que pudieran lograrse, tanto en el plano político como en el sociolaboral. La solidaridad con los cuatro millones de parados exige un gran esfuerzo en esta dirección.