Carlos Andrés Pérez, en su casa de Miami en 2006. :: REUTERS
MUNDO

Emblema de la Venezuela petrolera

Controvertido y carismático, el expresidente Carlos Andrés Pérez estaba reclamado por la justicia de su país

LA HABANA. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La oposición venezolana lloraba ayer la muerte en Miami. a los 88 años de edad, del dos veces presidente Carlos Andrés Pérez (CAP), mientras alababan su papel como el estadista que consolidó la democracia en Venezuela. El actual mandatario, Hugo Chávez, no se había pronunciado anoche sobre el fallecimiento de quien, sin pretenderlo, fue su mentor político al permitirle aglutinar el descontento popular por las desigualdades sociales que le llevó a dar un fallido golpe militar en 1992. Las protestas que inspiraron el 'caracazo' en 1989 se convirtieron en la base de la revolución bolivariana.

Pérez era un animal político, que desempeñó distintos cargos en varios gobiernos y fue líder de Acción Democrática. Con muchas altas y bajas en su carrera, conoció el exilio antes de ganar su primer mandato (1974-79) en el que nacionalizó el petróleo y fundó la Empresa Estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) que marcó el 'boom' del crudo que llevó a que el país sudamericano fuera conocido como la Venezuela saudí.

Siendo senador vitalicio, un escándalo de corrupción a punto estuvo de llevarle a la cárcel. Pero logró esquivar la amenaza. Siguió en la política y regresó a la presidencia en febrero de 1989. Puso en marcha un gran paquete de medidas económicas impopulares para saldar la deuda externa que derivó en el 'caracazo', una ola de protestas que dejó 276 muertos y pérdidas millonarias. Después ya no tuvo tranquilidad. Tres años después superó dos intentos golpistas, el de Chávez y el de generales y almirantes y un montón de denuncias y acusaciones hasta que la Corte Suprema, a petición del fiscal general, le abrió un «antejuicio de méritos» en 1993 para juzgarle por malversación y apropiación de unos 15 millones de euros al cambio de la época.

El Congreso le separó del cargo sin terminar el mandato. En el momento de su salida del poder declaró que «hubiera preferido otra muerte» y responsabilizó a la «rebelión de los náufragos» junto a «los rezagados de la subversión de los años sesenta» de su caída política. «Con nuevos reclutas, los derrotados en las intentonas subversivas del 4 de febrero y el 27 de febrero de 1992 (que) se incorporan a la abigarrada legión de causahabientes», denunció.

Uso de fondos secretos

Perseguido por los juicios y la prisión, fundamentalmente domiciliaria, por usar fondos secretos para ayudar a la entonces presidenta de Nicaragua Violeta Chamorro y por presunta corrupción de cuentas mancomunadas con su segunda esposa y exsecretaria Cecilia Matos, se exilió en Estados Unidos desde donde simbolizó la oposición al chavismo. El Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela aprobó la solicitud de extradición para encarcelarle por el «homicidio intencionado «de las muertes del 'caracazo'».

Amigo del expresidente español, Felipe González, el fallecido logró que sus escritos y declaraciones le catapultaran como el principal y más respetado adversario del líder bolivariano. Su prestigio entre el antichavismo fue creciendo en los diecisiete años de exilio, hasta el punto de que nadie recordaba en este momento sus horas bajas. «Si me llego a morir fuera de mi país, que mis restos los repatríen, siempre y cuando haya libertad en Venezuela», pidió a su esposa recientemente. Su última voluntad no será cumplida. Una de sus hijas confirmó que permanecerán en Miami, donde será enterrados el miércoles.