Ciudadanos

Un maltratador confeso reduce una condena de doce años a solo tres

La Fiscalía logra una sentencia de conformidad, a pesar de que la víctima se negó a declarar contra su pareja

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

¿Qué es preferible: un mal acuerdo que garantice la prisión a un delincuente, aunque sea por pocos años; o el riesgo de que salga absuelto, a cambio de luchar por una pena merecida? Esta cuestión se le planteó al fiscal Julián Sánchez, hace tres semanas durante el juicio a Jamal Azzaimi, un vecino de Algeciras, de origen marroquí, que estaba acusado de maltratar a su mujer, insultarla, amenazarla de muerte y golpearla hasta el punto de provocarle una cicatriz en la cara que la desfiguraba. Se le pedían 12 años de cárcel, pero finalmente la defensa y la Fiscalía llegaron a un acuerdo por el que Jamal reconocía una parte de los hechos y se conformaba con una sentencia mínima, de tres años y un día de prisión.

El fiscal tenía todas las de perder en el caso, ya que la víctima del maltrato se acogió a su derecho de no declarar contra su marido y en la vista oral -celebrada en la Audiencia Provincial el pasado 18 de noviembre- se negó a testificar. De un plumazo, la acusación pública perdió la principal prueba de cargo contra el procesado, que sin el testimonio de la víctima tenía muchas posibilidades de salir absuelto. El fiscal contaba, como mucho, con los policías que detuvieron a Jamal Azzaimi tras una de las supuestas palizas. Pero sus declaraciones no eran suficiente para probar todos los delitos que estaban incluidos en la acusación: dos lesiones en el ámbito familiar; tres delitos de amenazas; otro de maltrato doméstico y una falta de injurias.

Finalmente, sólo se le acusó de la agresión en la que le hizo la cicatriz -de tres centímetros- en la cara a la mujer, ya que el resto de muestras de «desprecio» y supuestos malos tratos «no están acreditadas», según la sentencia. Este último episodio de violencia doméstica tuvo lugar el 30 abril de 2010 por una cuestión de celos. La pareja se había separado hacía meses, pero el hombre insistía en reanudar la relación una y otra vez.

Según la sentencia, aquel 30 de abril, el acusado le propinó a su esposa dos golpes en la cara con el puño cerrado que le provocaron una importante hemorragia, y que le rompió el maxilar izquierdo. «Desistió su actitud al ver el reguero de sangre que dejaba a su paso», relata el tribunal, que reconoce que con estas heridas Jamal «cumplió su propósito de 'dejarla marcada'».

Su esposa no lo denunció

Con todo, la sentencia plantea cierta disculpa hacia el acusado, que «se encontraba en un grado tal de excitación provocado por los celos, que incidía de forma negativa en su capacidad de valorar lo realizado». Esta «alteración psíquica» fue aceptada como atenuante de la pena, junto al agravante del «parentesco».

La mujer evitó denunciar aquella paliza ante la Policía, pero su marido fue detenido. De hecho, se encuentra en prisión desde mayo de 2010. Además de los tres años y un día de privación de libertad, el tribunal le ha prohibido acercarse a menos de 500 metros de la víctima y a comunicarse con ella durante cuatro años y un día. Pero no lo ha condenado a indemnizarla, porque ella renunció también al dinero.