No pasa ni un solo día en el que Jean Jacques no visite sus sitios preferidos de la ciudad. :: EVA LINDBERG
CÁDIZ

«Me gusta la persona que soy cuando estoy en Cádiz»

Jean Jacques Duquenosy recorre siempre que puede los 1.385 kilómetros que separan su casa en Toulouse de La Caleta

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Hay ocasiones en que uno, sin saber muy bien porqué se siente ligado a una ciudad aún si haber puesto un pie en ella. Hay ocasiones en que el azar te tiende una mano y te acerca a un lugar sin apenas proponérselo. Algo así le pasó a Jean Jacques Duquenosy, nacido en Francia aunque su corazón y su alma se saben gaditanas. Jena Jacques, 'JJ' como le llaman en Cádiz, es una de estas personas. «Dicen que el gaditano nace donde quiere, pues yo nací en Francia aunque me siento de aquí». Actualmente reside en Tolouse, donde trabaja como tramoyista en el Teatro Nacional, pero cada vez que puede se escapa hasta la capital gaditana para pasar unos días. «Tengo que hacer una serie de horas al año, así que me paso siete meses seguidos trabajando para ganar tiempo libre». Ahora está en uno de esos días en los que puede pasear por el barrio de la Viña, La Caleta y el Mentidero, uno de esos días donde es feliz, porque como él dice, «me gusta la persona que soy cuando estoy en Cádiz». Y no es que cambie de personalidad, pero cuando está en Francia, es más temeroso, «solo piso un bar cuatro veces al año, mientras que aquí me encanta andar por la calle, ver a distintas generaciones en el Merodio alrededor de la barra, ir a La Merced».

Pasado el medio día entra en la taberna del Manteca con un pañuelo de lunares al cuello y un bolso cruzado hecho con un cartel de Cádiz. Lo primero es lo primero y se va a saludar al dueño directamente, luego se pide una clara y se sienta a hablar de Cádiz. «Necesitamos al menos una semana», cuenta entre risas, «porque yo de mi ciudad puedo hablar sin parar y sin cansarme».

Novio enamorado

La primera vez que Jean Jacques pisó La Caleta fue por casualidad. «En 1982 vine a ver un partido de fútbol en Sevilla y sentí ganas de ver el mar, así que me bajé hasta Cádiz». En ese mismo instante comenzó una relación de noviazgo que roza ya los treinta años. «Sé que Cádiz tiene muchos amantes pero yo no soy celoso». En ese momento, JJ hace un alto para escuchar la voz de David Palomar que sale desde el altavoz, «Palomar, viñero, un gran cantaor», precisa, y de vuelta a Cádiz. «Hay 1.385 kilómetros desde mi cama de Francia hasta la playa de La Caleta», afirma como si los hubiera contado uno por uno. «Antes venía en mi coche pero como un novio que está ansioso por ver a su enamorada, ni siquiera paraba. Así que ahora prefiero venirme en autobús que es más seguro».

Jean Jacques es todo un artista. Mientras está en Cádiz aprovecha para hacer fotos, para retratar los lugares que miles de turistas visitan. «Utilizo las latas de las sardinas para hacer marcos de fotos que luego cuelgo en mi casa, porque allí también tengo mi rincón gaditano». Jean Jacques reconoce que a veces, cuando está en el Manteca o camina por el Mercado Central graba el sonido ambiente para reproducirlos en su casa de Francia mientras bebe una copa de manzanilla, «así me siento más en casa». Siempre después de escuchar a Camarón.

Admirador del flamenco, del buen comer y del Cádiz. «Me gusta sufrir así que soy socio del equipo, aunque me gusta más la afición». Jean Jacques abre su cartera, -de piel de Ubrique por supuesto- y muestra las tres estampas que hay en su interior: Camarón, la Virgen de La Palma y Mágico González. «Una vez me pidieron el pasaporte para poder pagar con tarjeta pero cuando me vieron la cartera me dijeron que la guardara, que yo era de Cádiz».

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