Los músicos de la Orquesta Álvarez Beigbeder junto a su director musical, Artchil Potkhoua, y su presidenta, Magdalena Garrido.
LA SACRISTÍA

Arte musical en estado puro

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Rompieron moldes, rompieron la pana, rompieron una lanza a favor de la música elevada a la enésima potencia de su universalidad, rompieron todas las balanzas de los asombros favorables. La Orquesta Maestro Álvarez Beigbeder ofreció el pasado miércoles en la Escuela de Hostelería un concierto de los que -por los flujos y los influjos de su mismidad, de su amenidad, de su imperturbabilidad, de su invulnerabilidad- marcan época. El público únicamente pudo corresponder con la atronadora ovación, con la mayoría absoluta de la aclamación a modo de respuesta manifiesta. Arte en estado de gracia, canela en rama, terreno abonado, escalera de color. Escuchándolos no podemos por menos que recalcar a ojos vistas la aseveración del acreditado compositor estadounidense Leonard Bernstein: «La música puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido».