SAN FERNANDO

El viaducto romano que quiso ser frontera

La rehabilitación del sitio histórico ha sido posible gracias al trabajo de documentación y localización de planos y referencias de la época La primera fase de la recuperación del puente Zuazo, a punto de concluir, recobrará el esplendor que ofrecía hace dos siglos

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Es el símbolo de San Fernando y el testigo más antiguo de todo lo que ha acontecido en la ciudad. Fortificación que conectaba La Isla con el resto de la Bahía, que vio como los ataques ingleses -de finales del siglo XVI y principios del XVII- eran rechazados. Lugar que, durante 1810, tuvo el complejo de ser el límite de un país, la frontera que delimitaba España de la invasión francesa. Ya era hora de cuidar esta estructura, de agradecerle al puente Zuazo su vigía como entrada y salida de la ciudad. Ahora, la primera fase de su recuperación ya está a punto de concluir.

Ha sido un proceso arduo y complejo. No se trataba de hacer un simple lavado de cara, sino de que recuperara su esplendor, la imagen que ofrecía hace 200 años. Para ello se ha realizado un intenso trabajo de documentación, localizando planos y referencias históricas de diferente índole con el fin de conocer los materiales, las reconstrucciones y las cotas iniciales, en definitiva su historia. El encargado de realizarlo ha sido el arquitecto técnico Francisco Toledo, que actualmente supervisa la rehabilitación y guarda en su memoria todos los datos referentes a la construcción.

Sus orígenes datan de la época de dominación romana, siendo un acueducto que transportaba agua desde el Tempul, en las inmediaciones de Jerez de la Frontera, hasta Gades (Cádiz). El puente debe su nombre al poseedor del señorío en el siglo XV, que era el Oidor del Consejo Real, Juan Sánchez de Zuazo, y quien obtuvo la concesión durante el reinado de Juan II de Castilla. No fue hasta 1540 cuando se plantea su primera reconstrucción tras ser fortificado por orden de la Reina Isabel de Portugal.

Cuando a mediados del siglo XIII Alfonso X el Sabio reconquista y, posteriormente, repuebla la bahía de Cádiz se inicia el proceso de fomento de las actividades navales en la región, actividad que se vio beneficiada por el descubrimiento de América y el consiguiente intercambio comercial con el Nuevo Mundo. El Carenero de la Isla de León fue edificado en tiempos de los Reyes Católicos sobre las bases de un antiguo edificio romano, para la construcción y reparación de las embarcaciones que entraban por el Caño de Sancti-Petri, junto al Puente Zuazo. Su decadencia llegó en el siglo XVIII, al estar tierra adentro, y ser imposible para las embarcaciones de la época llegar hasta él. Con la invasión francesa fue utilizado a modo de cuartel y estaba vigilado por diferentes baterías defensivas eso es precisamente lo que se ha recuperado con la primera fase, a la espera de que una segunda se encargue del puente que previsiblemente bajará su cota inicial y cada pieza será tratada. Sillares que aún tienen la numeración y símbolos de los canteros que los levantaron.

Lo que el tiempo se tragó, ahora ha sido recuperado e integrado dentro de un circuito de islas, bajo una intervención ecológica, porque el futuro de la zona es convertirse en un atractivo turístico. Un puente ligado ahora al desarrollo económico de la ciudad.