Sociedad

Por la moda, ¡maaato!

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Pase que cada vez más celebrities se pongan las botas y salgan a la calle a chapotear con las 'hunter' aunque luzca el sol; pase que algunas firmas de lujo aprovechen la fiesta de Halloween para lanzar modelos ridículos a precios estratosféricos; y hasta pase que gente como Jennifer Lopez o Taylor Swift, la joven actriz y compositora estadounidense de música country, se enfunden divertidas camisetas y sudaderas estampadas con dibujos infantiles. Sin ir más lejos, Mango y Bershka ensalzan esta tendencia de lo más pueril adornando las prendas de dibujos animados. Bien. Pasemos todo esto por alto.

Hombreras

Pero todo tiene un límite. También la moda debe decir basta cuando atraviesa la delgada línea que separa el estilo de lo estrambótico. Pese a tratarse de uno de los recursos estilísticos más desafortunados, a las hombreras, querámoslo o no, hay que reconocerles el esfuerzo que vienen haciendo estas últimas temporadas por recuperar el vigor de los 80. Afortunadamente, cada intento resulta en balde, pese a llevar la firma de los diseñadores más reputados del momento. Nicolas Ghesquière, en Balenciaga, y Christophe Decarnin, en Balmain, trabajan de forma incesante para popularizarlas. Otra cosa es el uso que mujeres como Paris Hilton intentan darle al salir a pasear por las calles de Los Ángeles con uno de sus chuchos. Pero el euro es el euro. Y por la moda a veces se cometen las mayores perrerías. El último y sorprendente fichaje de campanillas de 'fa-mo-sa re-con-ver-ti-da en mo-de-lo' ha sido el de Amy Winehouse por la marca superpija Fred Perry.

La diva del soul, famosa también por su moño y cardado, haber recuperado el uso del 'eyeliner' y sus excesos etílicos, abandera la nueva línea poniendo cara de no haber roto un plato en su vida. Y no queda ahí la cosa, pues la cantante ha colaborado en el diseño de la colección compuesta de 17 prendas, incluido el icónico polo M12.