Sociedad

FESTÍN DE BAJOS FONDOS

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Figura indiscutible del teatro latinoamericano, Enrique Buenaventura, revolucionó la concepción del teatro en Colombia y fue un personaje ilustre e influyente dentro de la vida cultural de su país natal. Fiel defensor de que el teatro es un hecho vivo, ha dejado un importante legado en el terreno de las letras, que ha sido estudiado, traducido y revisado en muchas ocasiones. La compañía Barco Ebrio, se adentra en el mundo dramático de Buenaventura con su 'Orgía' y saca buen partido de la experiencia, gracias a un montaje en clave de farsa que consigue devolvernos la imagen de un mundo grotesco y aterrador habitado por esperpentos.

La obra transcurre en un mundo decadente y sombrío en el que es fácil imaginarse entre los túneles de algún alcantarillado. En este principado de la miseria, la dueña y señora es una desalmada e inmoral madre anciana que se afana en cumplir sus caprichos a costa de otros menos miserables que ella. Así, este juego de poder, dominación, muerte y engaños, se trama entre seres sucios, corruptos y corrompibles, temerosos, hambrientos, enfermos y acomodaticios, que son capaces de dejarse utilizar por conseguir algún trozo de pan o de comida, o al menos un buche de licor. Dentro de este sub-mundo de mendigos, todos se hacen cómplices de la evasión de una realidad de la que se escapan disfrazándose y jugando cruelmente a ser otros; así, la vieja, antigua y pudiente aristócrata, da la bienvenida a un príncipe, a un obispo, a un glorioso militar cojo y a un político de dudosa reputación.

El montaje está arropado por una excelente propuesta de vestuario, caracterización y atrezzo; pero desafortunadamente, adolece y se desequilibra hasta caer por momentos, debido a unas interpretaciones en las que las sobreactuaciones de algunos y la falta de construcción de personaje de otros, son evidentes. Sobresale el cuidado y esmero de Monsalve en el papel de anciana, y el espléndido Barlaham en el papel de Jacobo. Ambos parecen moverse con naturalidad y ningún tipo de esfuerzo en esta propuesta. Posiblemente estas desigualdades sean debidas también a que al montaje le hacen falta ciertas herramientas para que los actores no se vean perdidos sin tener siquiera un punto de referencia que les ayude a contar algo más de la historia o de sus personajes. Sobra frontalidad y faltan acciones. Pese a todo, energía y entrega por el escenario, no han faltado.