La apuesta por las tallas especiales de señora, una de las pocas alternativas

A pesar de alguna alegría de tarde en tarde, el horizonte de Vanguardia se va nublando. «El tejido industrial va camino de desaparecer», se entristece José Manuel. «Ya no hay quien se dedique a esto, para pedir maquinaria, agujas o suministros tenemos que llamar a Alemania», retrata.

Poco a poco, las fichas del dominó van cayendo en cadena. Ya sólo siguen en pie cuatro de sus proveedores, y otros tantos han desaparecido. Mientras llega el desenlace a tanto suspense, se han decidido a afrontar una «guerra de guerrillas», como lo describe gráficamente el presidente de la cooperativa.

«Y ahí vamos sobreviviendo», se resigna. Porque hay algo que tienen claro: «No sabemos hacer otra cosa, y encima creemos que sabemos hacerlo bien», asegura desterrando la modestia de su mujer, quien resalta cómo ellos mismos han terminado enseñando a todos los talleres con los que han trabajado.

Las nuevas reglas del mercado les obligan a ser ágiles y audaces. Una de sus próximas miras son las tallas especiales para señora. «Hemos comprobado que existe un vacío en el mercado», valoran.

Hay pros y contras: «Llevan más tiempo de producción que las de niño, donde hay más rentabilidad para la maquinaria, pero sabemos que hay demanda». Ellos siguen inasequibles al desaliento. «Estamos dispuestos a aguantar», comentan desde su pequeño taller.