DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

La plaza de toros existe

JEREZ Actualizado: Guardar
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Desde hace algunos años el ciclo ‘Noches de Bohemia’ anima algo los desolados veranos jerezanos, una estación del año en la que hay muchos días que esta ciudad parece un páramo arrasado por una epidemia de peste bubónica. En esta edición la crisis ha hecho mella en la programación, conformada únicamente por Pastora Soler y la Orquesta de Colonia, pero el Ayuntamiento ha sido muy cuco incluyendo el concierto de Paco de Lucía, un espectáculo desarrollado por unos promotores privados y que ha sido el acontecimiento cultural de este verano.

La presencia del genial guitarrista algecireño el pasado lunes no sólo sirvió para dar vida a Jerez –pudimos ver a gente de toda la provincia y veraneantes de toda España en el recital- sino para recordarnos que la plaza de toros existe, como Teruel. Me cuentan fuentes muy bien informadas que días antes del espectáculo hubo que preparar el coso de la calle Circo y acondicionarlo para tal evento. En concreto, hubo que arrancar los frondosos jaramagos que habían crecido en el albero y que hacía de aquello un lugar muy parecido a los Montes de Propio. La escena nos muestra muy gráficamente el uso que se le da a estas instalaciones, es decir, prácticamente ninguno. La plaza de toros de Jerez tal y como la conocemos está en pie de milagro. Pedro Pacheco estuvo a punto en su día de dar luz verde a un proyecto de construcción de viviendas en la zona –muy apetecible urbanísticamente hablando- y también barajó la posibilidad de dotar al coso de locales comerciales y restaurantes, al estilo de la plaza de Granada. Ninguna de las iniciativas cuajó. Más tarde, la Junta de Andalucía intervino obligando al propietario a realizar trabajos de restauración y adecentamiento del coso. La instalación estuvo unos meses cerrada a cal y canto, y sin autorización para la celebración de festejos o eventos. Gracias a estas obras impuestas por el Gobierno andaluz se puede haber evitado que con el tiempo se cayese a pedazos o fuese declarada en ruinas. La Junta, además, inició su catalogación como Bien de Interés Cultural (BIC) para garantizar su supervivencia en el mismo lugar.

Y todo ello ¿para qué? La plaza se utiliza cinco veces al año: un día para la fiesta de la balería y cuatro corridas de toros durante la feria. Es decir, un 98,7% de los 365 días del año, la plaza está cerrada. ¿No le van a crecer jaramagos? Se da la circunstancia de que el empresario, Pedro Balañá, es el mismo que el de la plaza de toros de Barcelona, donde como saben se ha prohibido la Fiesta Nacional. Parece ser que a este señor le tendrán que compensar con una indemnización millonaria en concepto de daños y perjuicios debido a que tenía la concesión de la plaza catalana por varios años y ahora no podrá explotarla. Desde esta gacetilla, señor Balañá, me permito humildemente y desde el mayor de los respetos recomendarle que invierta un porcentaje de ese dinerito en dotar de más contenidos al coso jerezano. Y los aficionados seguro que tienen más ideas que servidor para llenar las gradas, como, por ejemplo, la recuperación de la corrida concurso o una programación en condiciones durante las Fiestas de la Vendimia. De lo contrario, a este paso, señor Balañá, aquí en Jerez también va a parecer que han suprimido para siempre la fiesta de los toros. El problema es que no podrá llevarse ninguna indemnización por la poca utilización de nuestra plaza y lo más que conseguirá es una colección botánica de jaramagos en el albero. Y, créame, hoy en día los jaramagos no son negocio.