La principal motivación de Irene es que su hija Julia tenga un hermano con el que crecer. :: L.R.
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«Hay que decir y ser lo que ellos quieran. Si no, no puedes adoptar»

Miles de padres tiran la toalla, impotentes y tras años de trámites, porque no dan el perfil exacto que se requiere

CHIPIONA. Actualizado: Guardar
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A Irene se le agotan los argumentos. Cada vez que Julia le pregunta por qué ella no tiene un hermanito como todos sus amigos, intenta hacerle entender que hay otros que tampoco tienen. Pero esto no le convence. Pese a ser una niña muy despierta, en los esquemas mentales de sus cuatro añitos no entran otras consideraciones que no sean las que observa como regla general en todos los niños. Y su madre no sabe cómo explicarle que, aunque uno las desee con todas sus fuerzas, hay cosas tan difíciles de conseguir que la única salida final es la resignación. O volverlo a intentar.

«Cada vez que se me presenta una dificultad siempre intento ir más allá. Pero en este caso hay que esperar un año para comenzar todo el proceso de nuevo. Además, el niño que adoptemos siempre tendrá que ser menor que mi hija. Y a nivel nacional no hay niños menores de siete años... Es como un callejón sin salida».

Normas «muy subjetivas»

Irene Vélez y su marido, Bienve Bernal, decidieron adoptar porque ella sufrió un cáncer de cuello de útero del que hoy está completamente curada, pero sin su aparato reproductor, que le fue extirpado. La Junta los declaró no aptos para adoptar a nivel internacional porque hacía poco que ella había sufrido un aborto, justo antes de que le descubrieran el tumor. «Nos dijeron que no nos daban el certificado de idoneidad porque no cumplía un requisito: que aún no habían pasado los tres años que ellos consideran necesarios para superar el duelo». Una norma muy subjetiva que, a juicio de esta sanluqueña de 36 años, es extensible al resto de parámetros. «Si se enteran que estás intentando la inseminación in vitro te rechazan. Si les dices que quieres adoptar para ayudar a un niño, también. Tienes que decir y ser lo que ellos quieren que seas. Si no, no vales. Juegan a ser dioses porque juegan con las vidas de las personas en base a unos baremos muy impersonales».

Irene y su marido se embarcaron en los trámites de la adopción internacional por lo negro que se les presentaba el panorama de las nacionales. «Además de la edad de mi hija, no veía claro el hecho de adoptar un crío con discapacidad o con hermanos, porque tampoco podía complicarle la vida a mi familia. Mi madre cuidó de mi hija hasta que fue a la guardería. Yo no podía comprometerla también con esto». Cuando les presentaron el listado de países con niños adoptables, se decidieron por Rusia. Pero en aquel momento se complicaron los trámites en este punto y en la Entidad Colaboradora de Adopción Internacional de la Junta que llevaban su caso les aconsejaron Colombia o China. «Preferimos el primero por el idioma y porque nos comentaron que la burocracia, aunque lenta, era parecida a la española. Sabíamos que nos costaría entre 30.000 y 40.000 euros, pero ya estábamos en el camino».

La última evaluación a la que se sometieron, en julio de 2009, consistió en la resolución de un test. «Y en octubre nos comunicaron que no habíamos obtenido el certificado de idoneidad, por el tema del duelo, como si a mí no me siguiera doliendo dentro de cinco o seis años que había perdido un hijo. Es absurdo».

«En una de las preguntas, sobre si tendríamos claro que el niño no tendría rasgos colombianos, mi marido respondió que no, y eso lo consideraron negativo. Supusimos que lo asociaron con algún brote racista, lo cual es más absurdo aún porque si eso fuera así no querríamos adoptar un niño extranjero». Una persona allegada a Irene y perteneciente a los equipos de psicólogos que trabajan en este ámbito, le aseguró que el motivo por el que la habían rechazado era su cáncer, pese a que está completamente superado. «No tomo ningún tipo de medicación. Sólo voy cada seis meses a las revisiones rutinarias». Ahora, mientras ve jugar a su hija en la playa de Chipiona, se plantea optar por el programa de acogida familiar de la Junta.