Alrededor de 75.000 personas se congregaron el pasado año, la peor cifra desde 2006. :: MIGUEL GÓMEZ
CÁDIZ

Una barbacoa en aprietos

La tradicional celebración se desinfla por las constantes limitaciones impuestas desde el Ayuntamiento y Costas La temprana hora de la pleamar, prevista para las 3.17 de la madrugada, podría reducir la afluencia a la playa

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Las tradicionales barbacoas del Trofeo Carranza podrían batir todos los récords el próximo domingo pero no precisamente por el éxito de la convocatoria. Si las previsiones ya advertían de un importante descenso del número de asistentes porque el evento coincidía en domingo, éstas son aún más desalentadoras si tenemos en cuenta que la pleamar está prevista para las 3.17 de la madrugada. Esta circunstancia, sumado a que la zona permitida para las barbacoas es aún más pequeña esta edición, podría provocar un desalojo masivo de la playa en torno a esta hora. El público tendrá que concentrarse en sólo un kilómetro y medio (desde el cementerio hasta la calle Sirenas), por lo que se prevé que muchas de las personas ocupen la zona baja de la playa, las cuales tendrán que abandonar su ubicación en cuanto llegue la marea.

De esta manera, la celebración más popular del verano gaditano podría sufrir un importante varapalo que quizás signifique la extinción de esta polémica fiesta. Desde hace algunos años, las administraciones competentes -el Ayuntamiento de Cádiz y la Demarcación de Costas- han ido estableciendo restricciones que han ido ligadas a un constante descenso de la afluencia. Irrepetible parece ahora la cifra de 175.000 personas que acudieron a la playa a festejar el Trofeo Carranza en 2006. Desde entonces, el número ha ido bajando a pasos agigantados, registrándose tan sólo la mitad de público en 2007 y poco más de 75.000 personas la pasada edición. Tan sólo el año 2008 supuso una excepción a esta caída en picado, superándose la barrera de los 100.000.

Según los datos que se registren el próximo domingo, la celebración podría tener sus días contados, ya que los responsables políticos ya se comprometieron hace muchos años a luchar para minimizar los efectos de unas barbacoas polémicas y causantes de importantes efectos medioambientales sobre la arena y el mar.