Opinion

Hombres como mujeres

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Es curioso, cuando menos, observar la metamorfosis de entidad que padecen los adolescentes de nuestros días. Y es que la mutación de chicos a chicas es cada vez más evidente. El hombre siempre ha admirado a la mujer y viceversa; el dilema de unos años para acá es que esa admiración se ha transformado en espejismo. El chico de hoy desea y ama la belleza femenina, pero no sólo anhela poseerla; más allá, desea parecerse a ella. Esta moda, dañina como todas las modas, comienza acabando con los rasgos típicos del macho ibérico tradicional. Es decir, depilarse hasta las cejas, hombres sin pelo, como la mujer, para así exaltar las líneas corporales y hasta el artificial color de los rayos uva. Continúa la impersonal moda vistiendo cada vez más femeninamente, y termina la aniquilación masculina maquillándose el rostro (lo cual, cierto es, se asemeja a la época de Mozart, cuando el hombre adoraba parecerse a la mujer, demostrando así que las modas, como el aire, van y vienen continuamente). Y es que las modas consisten en articularse al círculo vicioso que la sociedad consumista impone, alejándose de la libre espontaneidad.

Este pensamiento va en consonancia con lo que el adolescente de hoy reclama, y es que las féminas, tanto de hoy como de siempre, se adoran tanto a sí mismas que no sólo no rechazan la trasmutación del chico, sino que la agradecen como belleza femenina, pues siempre la mujer deseó a la mujer, y es que todos poseemos a un animal lascivo en nuestro interior. Dicho esto, no es ninguna aberración admitir que las posiciones sexuales estén cada vez más desvirtuadas. Cada vez, la bisexualidad es más usual, tanto en el hombre como más aún en la mujer. Esto siempre ha existido, pero hoy por moda social y, por qué no decirlo, por una caótica confusión de entidad. Cierto es que este proceso juvenil es reflejo del éxito de la libertad, esa a la que siempre debemos apelar, espejo de una democracia social. Pero no deja de ser divertido contemplar a la vida y su evolución constante, y al hombre como rechazo de sí mismo.