ESPAÑA

«No me gusta la política de Moratinos»

El exiliado, que llegó esta semana a Madrid, reconoce que el Gobierno de España le ha dado la oportunidad de estar con su familia Normando Hernández Disidente cubano

MADRID. Actualizado: Guardar
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Cansado, pero feliz. Así se siente Normando Hernández, uno de los once disidentes cubanos que llegaron a España esta semana. Junto a su familia -su mujer y su hija- aterrizó el pasado miércoles en el aeropuerto de Madrid. Sin despedirse de su gente y sin casi tiempo para asimilar lo que estaba ocurriendo, Hernández ha pasado de ser un preso político en su país a un excarcelado que vive en un hostal de la capital.

-¿Qué sintió al llegar a España?

-Una mezcla de sentimientos agridulces. Después de siete años viviendo en pésimas condiciones humanas en una prisión, estoy libre. Pero me siento triste. Muchos compañeros que no han cometido ningún delito siguen languideciendo en las prisiones cubanas.

-¿Cómo le informaron de que iba a ser liberado?

-Después de siete años incomunicado recibí una llamada en la prisión. Era el cardenal Jaime Ortega. Me dijo que había sido elegido entre las personas que iban a viajar a España. Después me preguntó si estaba de acuerdo. Dije que sí. Pero fui a prisión por ejercer la libertad de expresión. No he sido liberado, he sido desterrado.

-¿No está de acuerdo con el estatus con el que ha llegado?

-Mis compañeros y yo estamos en condiciones de emigrantes, pero en realidad somos refugiados políticos. Salimos de una cárcel, nos metieron en un avión y estamos aquí. En la Embajada española en Cuba nos han dicho que no podremos entrar en la isla hasta que el Gobierno lo crea conveniente. Esto demuestra que somos exiliados políticos. Fuimos castigados a penas muy altas por oponernos de forma pacífica al Gobierno. Y ahora hemos sido expulsados de nuestro país.

-¿Por qué aceptó venir?

-Faltaban sólo tres días para que mi hija cumpliera un año de vida cuando fui encarcelado. Eso le ha ocasionado un trastorno físico y psíquico severo. Tiene ocho años pero aparenta cinco. Podría seguir sacrificando mi vida para conseguir la libertad de mi pueblo, pero no la de mi hija.

-¿Qué opina del papel diplomático de España en este proceso?

-En ocasiones hay que ser prudente. Los compañeros que aún continúan encarcelados se lo merecen. No me gusta la política de Moratinos, pero al menos el Gobierno de España me ha dado la posibilidad de salir de la cárcel y estar con mi familia.

-¿Ha sido duro salir de su país?

-Muy duro. Físicamente estoy en España pero mi corazón y mi mente están en Cuba. Allí dejé a mi hermana y mi padre, de los que no pude despedirme. Allí está mi vida.

-¿Le gustaría volver?

-Mañana. Si fuera posible me iría con mi familia, mi pueblo y mi libertad. Hoy por hoy eso es imposible.

-¿Cómo han sido sus primeras horas en España?

-Muy intensas. La llegada a Madrid fue muy emocionante porque hacía ocho años que no veía a mi madre. También fue muy bonito. Mi hija pudo conocer a su abuela. Cada vez que recuerdo estos momentos me emociono.

-¿Y su vida en prisión?

-Terrible. La mayor parte del tiempo la he pasado en celdas de castigo sin alimentación. He estado con asesinos y personas aleccionadas por la seguridad de la prisión para que me insultaran, agredieran y golpearan. He convivido con ratas, cucarachas, insectos de todo tipo y -literalmente- entre la mierda. Todo por reclamar los derechos que me correspondían como prisionero. El Gobierno asesinó a Orlando Zapata antes de otorgarle los derechos que le pertenecían. Así es Cuba.

-¿Qué secuelas le ha dejado su paso por la cárcel?

-Antes era una persona totalmente sana y ahora estoy completamente enfermo. La tortura física y psíquica ha sido terrible. Nunca imaginé que pudiera soportar tanto. Pero lo más triste es lo que sufre la familia. Mi hija tuvo que dormir en terminales de autobuses donde las cucarachas corrían por encima de ella y donde el frío le ponía los labios 'moraditos'. Pasó hambre y sed. Tras recorrer junto a su madre 700 kilómetros para verme, llegaban a la prisión y no permitían la visita porque estaba en una celda de castigo. Vuelvan en una semana, les decían.

-¿Pasó miedo?

-Sí, mucho. Si dijera lo contrario no sería honesto. Pero me enfrenté a él y lo vencí. El miedo te hace saber que eres un ser humano. Si el miedo te vence, te destruye.

-Algo que haya aprendido en estos siete años.

-He aprendido a amar. Es muy triste ver cómo las personas languidecen, pierden las esperanzas y prefieren morir antes que seguir viviendo en esas condiciones.