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Hasta el 40 de mayo

Los sindicatos pinchan y la CEOE está dirigida por un empresario moroso y en quiebra

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Un país instalado en la lógica del refranero es un país que habita en la anormalidad democrática. El refranero, tan tópico y certero, nos dice que hasta el 40 de mayo no hay que quitarse el sayo. Y ayer fue esa fecha. El sayo es una prenda de vestir holgada que cubre el cuerpo hasta la rodilla. Y así, en ese trance me imagino a Méndez y Toxo tras la huelga del martes pasado. O con el agua al cuello, o metidos en camisa de once varas, o con una camisa que no les llega al cuerpo. Si fracasan cuando llaman a los trabajadores, si sus soflamas proclaman una actualidad alejada de la realidad, entonces convendría empezar de cero. Incluso para los dos grandes sindicatos urge un poco de humildad intelectual y responder preguntas tan elementales como estas: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy? La falta de respuesta de los funcionarios debería alertar a Méndez & Toxo y Asociados. Es verdad que todo cambia con gran celeridad y que los cambios son tan rápidos que la reflexión se hace insoportable; como insoportable es el momento en que llega y nos refleja la imagen absurda de las cosas que pasan. Los sindicatos pinchan y los patronos de la CEOE están dirigidos por un empresario moroso y en quiebra. Pero éste es mi país: puro anacronismo. Los sindicatos, los empresarios, la clase política, los periodistas y todos aquellos colectivos que creen (?) que tienen algo que decir están abocados a revisar sus fundamentos. La crisis nos ha dicho que nada volverá ser igual. Y esa consideración -El Canto de El Loco lo dice así: Ya nada volverá a ser como antes/Estaremos conociendo nuestra parte de verdad-, nos debería hacer a todos un poco más humildes. Podrían aprender a serlo los sindicatos y aceptar -ya, ya sé que es duro-, que representan a los que representan: no demasiados. La lección de los políticos es la de asumir que la vida puede continuar sin ellos; la de nosotros los periodistas aquella de que el papel en que hoy lee este artículo servirá mañana para despachar y envolver medio kilo de sardinas en la pescadería. Sin esa visión de que somos menos de lo que creíamos será difícil salir del atolladero. Por eso es fundamental recuperar eso que un jovencísimo Felipe González nos decía tras ganar sus primeras elecciones: recuperar el gusto por el trabajo bien hecho. Por eso empieza a ser definitivo entender que eres tú el primer beneficiado si tu trabajo es bueno y productivo. Tantas veces nos han dicho que el trabajador va por un sitio y el empresario por otro que se hace oportuno decirlo cuanto antes: Hasta aquí hemos llegado. Quizá convenga terminar casi como empecé, con un refrán que resulta ser un proverbio que hace mucho me repetía un maestro de escuela mientras me invitaba a superar una dificultad: la fe no tiene miedo. Quizá esté bien recordarlo tal día como hoy, pasado el 40 de mayo.